El socialdemócrata Lafontaine vence en el Sarre

Oskar Lafontaine, candidato socialdemócrata a la cancillería de la República Federal de Alemania, ha obtenido una abrumadora victoria en las elecciones para el land del Sarre, revalidando con la mayoría absoluta su puesto de ministro presidente. Según las primeras encuestas, la victoria del SPD se produce en el contexto de una baja considerable de los dos partidos gobernantes en Bonn (CDU y FDP) y con el fracaso total de la extrema derecha, que, con un 3,3%, no consigue ni siquiera entrar en el Parlamento.

La difícil apuesta de Lafontaine, cuyo punto de mira no estaba ayer únicamente en...

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Oskar Lafontaine, candidato socialdemócrata a la cancillería de la República Federal de Alemania, ha obtenido una abrumadora victoria en las elecciones para el land del Sarre, revalidando con la mayoría absoluta su puesto de ministro presidente. Según las primeras encuestas, la victoria del SPD se produce en el contexto de una baja considerable de los dos partidos gobernantes en Bonn (CDU y FDP) y con el fracaso total de la extrema derecha, que, con un 3,3%, no consigue ni siquiera entrar en el Parlamento.

La difícil apuesta de Lafontaine, cuyo punto de mira no estaba ayer únicamente en revalidar su preponderancia en el Sarre, sino en comprobar si su postura radical con respecto a la política de asilo a los emigrados de la República Democrática Alemana (RDA) ha resultado ser acertada. Su llamada a cerrar la puerta a los refugiados, que le ha costado durísimos ataques por parte del partido del canciller Helmut Kohl, ha resultado asimismo ser el ingrediente necesario para desabastecer de votantes resentidos a la extrema derecha.Los Republikaner de Franz Schoenhuber, que en las pasadas elecciones al Parlamento Europeo obtuvieron en el Sarre un 5,8% -por encima del mínimo necesario para obtener representación-, han fracasado. Los reps han fracasado por primera vez desde que hace un año por estas fechas consiguieran entrar en el Senado de Berlín Occidental y siguieran infiltrándose en las instituciones en todas y cada una de las elecciones, tanto regionales como municipales o europeas. Los datos oficiales dan al SPD el 54,4% (un 5,4% más), a la CDU el 33,4%, a los liberales el 5,7% y a los verdes el 2,7%. El nuevo parlamento lo compondrán 30 diputados del SPD, 18 democristianos y tres liberales.

La CDU, cuyo candidato era el ministro de Medio Ambiente, Klaus Toepfer, obtuvo 33,3% de los votos, perdiendo más de cuatro puntos. Su aliado en Bonn, el FDP, ha sufrido también grandes pérdidas, pese a la popularidad de su candidato, Horst Reliberger.

Ya las proyecciones situaban a los liberales unas décimas por encima del 5% mínimo para obtener acta de diputado, lo que supone una pérdida de más de cinco puntos con respecto a las elecciones de 1986.

'Verdes' y neonazis

Los dos partidos de los extremos de la oferta política, los verdes y los Republikaner, que en cualquier caso tampoco estaban representados en el anterior Parlamento del Sarre, van a seguir fuera de él. La extrema derecha, tuvo el 3,3%, mientras que los verdes, si bien suben ligeramente, no consiguen llegar al 4%.Con esta victoria, que el propio Lafontaine se había empeñado en hacer más difícil, y por tanto más valiosa, el político socialdemócrata consigue una enorme dosis de moral con vistas a las elecciones generales del próximo mes de diciembre y pone a la coalición gobernante en un complicado dilema.

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Aferrado a su sueño de reunificación, empujado por una visión un tanto grandilocuente de la historia, el canciller Kohl tendrá que aceptar que los ciudadanos de la RFA valoran también otros elementos al de la "gran Alemania" con la que él quiere pasar a la historia.

La llamada a la serenidad de Oskar Lafontaine, por quien hace bien poco casi nadie apostaba ni un duro en su carrera a la cancillería de la RFA, era exactamente lo que el pueblo quería oír.

El político socialdemócrata quiere cerrar las puertas a la desbocada emigración proveniente del Este, que se cifra en alrededor de 2.000 personas diarias desde que se inició el presente año.

Para justificarlo explica cómo el sistema de seguridad social, el empleo, la vivienda y, en general, la estabilidad del país puede venirse abajo si Bonn sigue ofreciendo a los recién llegados "beneficios que fueron concebidos en una situación de guerra fría que ya no existe".

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