Cartas al director

Mártires cristianos

Los Escuadrones de la Muerte por la "negligencia criminal" del Ejército salvadoreño irrumpieron en las estancias de la casa de reposo de los jesuitas asesinados en la Universidad Centroamericana en San Salvador y mataron a sangre fría sin juicio previo ni posibilidad de apelación, a ocho personas, entre ellas a una madre y su hija, cuya inocencia era incuestionable.Jesús María Rodés acusó al sacerdote Ignacio Ellacuría, y presumió que formaba parte de una organización paramilitar, como si de una "horda salvaje" se tratará, y con el mismo tipo de inclemencia cometió la "imprudencia temeraria" d...

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Los Escuadrones de la Muerte por la "negligencia criminal" del Ejército salvadoreño irrumpieron en las estancias de la casa de reposo de los jesuitas asesinados en la Universidad Centroamericana en San Salvador y mataron a sangre fría sin juicio previo ni posibilidad de apelación, a ocho personas, entre ellas a una madre y su hija, cuya inocencia era incuestionable.Jesús María Rodés acusó al sacerdote Ignacio Ellacuría, y presumió que formaba parte de una organización paramilitar, como si de una "horda salvaje" se tratará, y con el mismo tipo de inclemencia cometió la "imprudencia temeraria" de proclamarse fiscal y juez, socavando la memoria de un adláter, abogado defensor de los pobres y amante de la paz.

Francesc de Carreras en una carta al director (EL PAÍS, 28 de noviembre de 1989) trató de exculpar a Rodés justificando su opinión, en una actitud que me parece incalificable, con el intento de eximirse de la grave acusación que había formulado, y omitiendo la inocencia de Ellacuría, en un claro ejercicio de su propia "irresponsabilidad democrática".

Dejemos que el destino escriba sus páginas y condene al olvido a aquellos que son falsos líderes, abanderados de una causa que no saben perdida, que levantan la voz clamando su particular justicia sin dignidad y con insalvable indolencia, son sólo palabras que se lleva el viento y no merecen un recuerdo. In memoriam, hagamos lo posible por no irrumpir en el sagrado santuario que alberga a los mártires cristianos, que, como Ignacio Ellacuría y tantos otros, son dignos herederos de una incuestionable inocencia que no debe ser juzgada a cañón de fusil, a punta de pistola, ni con voces hirientes que perjudican y turban su eterno descanso. No les olvidamos. ¡Descansen en paz!.- Psicólogo.

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