El riesgo de perder el autobús

La pérdida del coche de línea precedió a la violación y muerte de una joven a manos de un padre de familia

El 8 de marzo de 1988, Carmina perdió el autobús de las cuatro de la tarde que tenía que trasladarla a Zaragoza desde la universidad Laboral, situada a 12 kilómetros, donde estudiaba. Hizo autoestop y se subió a un coche donde viajaba el que sería su violador y asesino. Su cuerpo fue encontrado 10 días después enterrado, desnudo y con signos de violencia. José Luis Arias García, de 41 años, un padre de familia de aspecto normal, se ha sentado en el banquillo de los acusados durante los tres días que ha durado el juicio, durante el que han pedido para él fuertes condenas.

El fiscal pide ...

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El 8 de marzo de 1988, Carmina perdió el autobús de las cuatro de la tarde que tenía que trasladarla a Zaragoza desde la universidad Laboral, situada a 12 kilómetros, donde estudiaba. Hizo autoestop y se subió a un coche donde viajaba el que sería su violador y asesino. Su cuerpo fue encontrado 10 días después enterrado, desnudo y con signos de violencia. José Luis Arias García, de 41 años, un padre de familia de aspecto normal, se ha sentado en el banquillo de los acusados durante los tres días que ha durado el juicio, durante el que han pedido para él fuertes condenas.

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El fiscal pide para el procesado una pena de 32 años y la acusación particular hasta 50 años. El caso ha conmocionado a la opinión pública, zaragozana, y, en especial a las casi 2.000 alumnas de la universidad Laboral (hoy Centro de Enseñanzas Integradas). Lo ocurrido a Carmina Ie podía haber pasado a cualquiera de nosotras".. afirman con miedo.Carmen Romero Ferrer, de 20 años, era la menor de cuatro hermanos de una familia modesta de agricultores de Villar del Humo (Cuenca). Llevaba tres años en Zaragoza y estudiaba interna, con beca, el último curso de administrativo. Sacaba buenas notas y aunque no estaba muy a gusto en el centro, según manifestó su. hermana María Teresa, que también ha estudiado en esa universidad, no tenía problemas.

El 8 de marzo de 1988 telefoneó a una amiga antes de bajar a Zaragoza. Salió de la universidad minutos después de las cuatro de la tarde, adelantó a un grupo de compañeras y tras enseñar el carné en la cabinas de control se dirigió hacia la carretera. Cuando sus cormpañeras llegaron a la cuesta, de unos 50 metros, que separa el recinto de la carretera general, ya no vieron a Carmina. No le había dado tiempo de llegar a la carretera, por lo que alguien la recogió en las inmediaciones del centro. Sus amigas pensaron que había tenido mucha suerte para hacer autoestop tan pronto.

No acudió a la cita

La joven no acudió nunca a la cita con su amiga de Zaragoza, por lo que ésta avisó aquella noche a la universidad Laboral. Se dio parte de su desaparición. a la Guardia Civil y un grupo de compañeras confeccionó y colocó carteles solicitando información sobre su paradero. Carmina era morena, 1,60 metros de estatura, carácter fuerte y poco dada a desconfiar de la gente. Nunca había hecho dedo sola.

Unos excursionistas descubrieron el carné de estudiante en la carretera, de Leciñena (Zaragoza). Al principio no le dieron importancia, pero al ver la foto de Carmina en los medios de comunicación, avisaron a la universidad. La policía descubrió el cuerpo de la joven 10 días después de su desaparición a pocos metros de donde se había encontrado el carné. El cadáver, desnudo, había, sido enterrado a escasa. profundidad. Carmina murió asfixiada, no después de las seis de la tarde del día de su desaparición, pues en su estómago se encontraron restos de la comida servida en el centro. Fue violada anal y vaginalmente y estrangulada con un fino cordel. Debió ofrecer resistencia a su agresor, según reflejaban las heridas y hematomas.

Sus compañeras de estudio recorrieron en manifestación los 12 kilómetros que separan la universidad. Laboral de la ciudad. Las pancartas decían: "La universidad, contra la, crueldad y la violencia", "Todos unidos contra la tristeza". La preocupación y el miedo hicieron presencia durante algunos días en el centro. Las deficiencias en el transporte obligaban a las alumnas a hacer autoestop para bajar a Zaragoza, práctica que aún se sigue realizando, aunque en menor medida. La compañía concesionaria de los autobuses realizaba al principio hasta 28 viajes diarios, pero la frecuencia fue disminuyendo hasta cinco, cuando las empresas del polígono industrial pusieron autobuses para sus trabajadores. El abogado de la acusación particular, Venancio Herranz, estima al Estado responsable civil subsidiario, pues el Ministerio de Educación tenía la obligación de dotar de transporte adecuado a las internas del centro, por lo que ha solicitado una indemnización de 30 millones de pesetas para. los familiares de la, víctima. El problema del transporte se ha solucionado sólo en parte.

Cazador de autoestopistas

Algunas alumnas reconocieron a Jose Luis Arias, de 41 años, casado, padre de dos hijos, bien parecido, trabajador intachable, que llegó a Zaragoza desde Galicia hace 15 años, como uno de los merodeadores habituales en las cercanías de la universidad Laboral en busca de autoestopistas. Fue interrogado en dos ocasiones por la policía, y el 30 de mayo del año pasado, detenido y encarcelado. Reconoció en el juicio que solía subir a la universidad Laboral a ligar con las estudiantes, a las que recogía en su coche para viajar a Zaragoza. Niega una y otra vez que él haya matado y violado a Carmina: "Si yo hubiera cogido a esa, pobre moza no estaría como está,". Reconoció que en una ocasión se masturbó delante de una chica que recogió en su coche. Los análisis forenses indican que Arias no tiene alteraciones anormales en su personalidad y no tiene signos patológicos. Sus compañeros dicen que es buen trabajador y excelente persona.

El se confesó sexualmente normal: "Me gustan las mujeres y siento un gran respeto por el sexo débil". El fiscal lo definió como "un insaciable sexual, un obseso al que domina la lujuria". Además de su vida matrimonial, mantenía relaciones habituales con una mujer y esporádicas con otra. El último día del juicio dijo entre sollozos: "El asesino de Carmen Romero está en la calle y yo estoy pagando por él. Sí me condenan, no sólo me condenan a mí, sino a mi familia".

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