La 'vaca sagrada' suiza, a referendum

El próximo 26 de noviembre, los suizos deciden la abolición o no del Ejército

La peculiar maquinaria militar suiza ha funcionado con una precisión de relojería desde el final de la Il Guerra Mundial. Sus milicias populares han suscitado desde entonces la envidia de buena parte de los grupos progresistas europeos. Sin embargo, una pequeña mota de polvo ha conseguido colarse en el hasta hace poco ejemplar sistema suizo. La iniciativa de un movimiento popular cuyo emblema representa a una vaca sagrada coronada con un gran casco militar y devorando un billete de 1.000 francos ha roto el mito suizo con su petición de abolir el Ejército.

Los responsables del Ejército s...

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La peculiar maquinaria militar suiza ha funcionado con una precisión de relojería desde el final de la Il Guerra Mundial. Sus milicias populares han suscitado desde entonces la envidia de buena parte de los grupos progresistas europeos. Sin embargo, una pequeña mota de polvo ha conseguido colarse en el hasta hace poco ejemplar sistema suizo. La iniciativa de un movimiento popular cuyo emblema representa a una vaca sagrada coronada con un gran casco militar y devorando un billete de 1.000 francos ha roto el mito suizo con su petición de abolir el Ejército.

Los responsables del Ejército suizo no duermen tranquilos desde hace tres años. Un colectivo de ciudadanos agrupados en el Grupo para una Suiza sin Ejército (GSSA) consiguió en 1986 reunir 111. 300 firmas a favor de un referéndum para abolir el Ejército y por una política global de paz.Desde entonces, muchas co sas han cambiado. De ser considerado un grupo minoritario, de extremistas, antipatriotas y utópicos, el GSSA ha logrado obtener entre el 25% y el 32% del apoyo popular en las últimas encuestas.

Jean Dekkers, de 21 años miembro del GSSA, ha visitado Euskadi para participar en una semana antimilitarista organizada por el Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC).

"Los mandos superiores de las Fuerzas Armadas y el Gobierno, con su presidente.al frente, tratan de crear la imagen de un Ejército democratizado en nuestro país, pero, en realidad, lo único que han conseguido es militarizar la sociedad. Nuestros dirigentes se ufanan diciendo que Suiza no tiene Ejército; Suiza es un Ejército gritan, pero se olvidan de afirmar que aquí no se reconoce ni la objeción de conciencia ni el servicio civil".

Según la Constitución, todos los varones suizos están obligados a cumplir el servicio militar a partir de los 20 años. El sistema militar está basado en una milicia popular. Durante el primer año, los mozos pasan cuatro meses en el servicio. De los 20 a los 32 años, los ciudadanos están en el Ejército tres semanas cada año, y hasta los 50, algo menos.

Una vez que han pasado esa edad se incorporan automáticamente a la Protección Civil. "Estamos toda la vida haciendo la mili a plazos, es decir, recibiendo la consigna de la sumisión, la jerarquía, la obediencia ciega e irracional", mantiene Jean Dekkers.

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Según datos oficiales, anualmente unas 600 personas se declaran objetores de conciencia o políticos, y entre 6.000 y 8.000 personas no hacen la mili por otras razones (invalidez, drogadicción, homosexualidad, etcétera). Los primeros pasan entre 6 y 11 meses en la cárcel, y cada año tienen que pagar una multa por su condición de objetor; los segundos tienen que dar al Estado el 3% de su sueldo.

Gastos militares

Otra de las preocupaciones del GSSA es el gasto militar. Suiza es, junto con Israel, uno de los países que más dinero dedican a los presupuestos militares. Jean Dekkers no da oportunidad a la duda: "Once billones de francos suizos al año, entre 27 y 33 millones al día; en definitiva, 2.000 francos por habitante y año. Todo este dinero va a engordar esa vaca sagrada que es ahora mismo el Ejército suiza. Mientras están. pensando en una hipotética invasión militar, peligros muchísimo más reales, como el de la contaminación o la degradación del medio ambiente, no se detienen en nuestras fronteras. Hay que desviar está sangría de dinero para gastos sociales".

Un estudio realizado este año por el Congreso de EE UU fortalece este argumento. Con la misma cantidad de dinero se pueden crear 35.000 puestos de trabajo en la industria del armamento, 76.000 en la construcción, 77.000 en la salud, 100.000 en el sistema educativo y hasta 132.000 en los servicios públicos.

Los detractores de esta iniciativa argumentan que, en caso de desaparición del Ejército, Suiza contaría con 50.000 parados más. El GSSA recuerda que el referéndum recoge una cláusula que dice que "las fábricas de armamento tendrían un plazo máximo de una década para su reconversión en industrias de tipo civil". Además mantiene que "crear un Ejército para dar trabajo a la gente es un sigilo muy negativo".

Otra de las voces que se han alzado a favor de esta iniciativa es la de la consejera nacional Francine Jeanpretre. "Al principio creía que la gente del GSSA eran extremistas teñidos de idealismo, pero me he tomado el tiempo necesario paira pensar en sus argumentos, y ahora estoy muy convencida".

"Esto no es la norma", explica Dekkers. "La mayoría de los partidos han optado por dar Ubertad de voto a sus electores. El 80% del PSS se posicionó a favor de la iniciativa, pero cuando se preguntó a sus miembros acerca de cuál debería ser la postura oficial del paxtido decidieron no dar una consigna de voto. Lo mismo ocumo en el Partido Verde y en la Unión Sindical Suiza".

El GSSA cree que bajo esta imagen de supuesta responsabilidad se esconde un intento de hurtar el debate a la sociedad suiza.

Las últimas encuestas conceden casi el 30% a los promotores del referéndum. Además, el 67% de los jóvenes está a favor de la abolición del Ejército. La propuesta cuenta con más apoyo en la parte francesa (32%) que en la alemana (28%). El GSSA cree que cualquier resultado que supere el 22% -límite puesto por los mandos del Ejército para considerar peligroso al enemigo- es muy bueno. No obstante, el GSSA ha anunciado que el 26 de noviembre es sólo un paso más en la campaña.

"Esperamos que nuestra experiencia sea seguida por el resto de los países", confía Dekkers.

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