TEMAS A DEBATE

Ahora no es el momento

Los partidos políticos olvidan la discusión sobre el calentamiento de la economía y el ajuste

El énfasis sobre la necesidad de un crecimiento económico elevado y superior al de los países de Occidente se ha abierto paso con la convocatoria de elecciones generales. La discusión sobre si la economía española está o no recalentada y sobre la conveniencia de adoptar, en un futuro próximo, nuevas medidas de ajuste queda aparcada y olvidada por los principales partidos políticos en liza.Luis Ángel Lerena, director del servicio de estudios del Banco Bilbao Vizcaya, asegura: "La discusión sobre el calentamiento de la economía intenta ver si estamos creciendo o no a una velocidad excesiva; si e...

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El énfasis sobre la necesidad de un crecimiento económico elevado y superior al de los países de Occidente se ha abierto paso con la convocatoria de elecciones generales. La discusión sobre si la economía española está o no recalentada y sobre la conveniencia de adoptar, en un futuro próximo, nuevas medidas de ajuste queda aparcada y olvidada por los principales partidos políticos en liza.Luis Ángel Lerena, director del servicio de estudios del Banco Bilbao Vizcaya, asegura: "La discusión sobre el calentamiento de la economía intenta ver si estamos creciendo o no a una velocidad excesiva; si estamos o no cerca del crecimiento máximo que puede soportar la capacidad productiva sin que peligren la inflación y el déficit exterior. El desequilibrio es evidente y no es incompatible con un nivel de paro elevado, porque no todo el potencial de crecimiento viene de la mano de obra".

El primer problema de la discusión es que este razonamiento técnico no es compartido por las fuerzas sociales. Para Apolinar Rodríguez, secretario de acción sindical de UGT, "es evidente que la inflación y el déficit exterior son dos desequilibrios manifiestos, pero se olvida que el desempleo es el gran indicador del desequilibrio de nuestra economía". Desde Comisiones Obreras, su secretario general, Antonio Gutiérrez, va más allá: "Los desequilibrios actuales son una consecuencia del modelo de crecimiento seguido con la reconversión industrial. Aquella destrucción de capacidad productiva no fue seguida de una modernización posterior".

La existencia de inflación y déficit exterior no justifica por sí sola, a juicio de la patronal CEOE, la necesidad de adoptar el ajuste. Su director de economía, José Folgado, asegura que "el problema no es el volumen, sino la aceleración de estos desequilibrios". En su opinión, "el déficit exterior no es malo en absoluto, porque nuestra economía necesita crecer mucho y, para eso, a corto plazo, hay que tener déficit por cuenta corriente".

"La diferencia entre el ritmo al que crece la producción [el producto interior bruto] y la velocidad de crecimiento de la demanda interna [el consumo, tanto de las familias y empresas como del sector público, y la inversión, también pública y privada] es la que provoca tanto el déficit en el comercio exterior como las tensiones alcistas en los precios", comenta, desde el lado de los técnicos, Alfonso Novales, del servicio de estudios FEDEA. "Se consume más de lo que se produce, pero esto no es nuevo, comienza en 1985 y es lo que empuja a la recuperación del crecimiento económico". Queda por ver si esta situación exige ponerle frenos a la demanda y qué tipo de frenos son los deseables.

El Gobierno ha expresado su opinión sobre la necesidad de poner un freno a la demanda con las medidas adoptadas en febrero, mayo y las últimas de julio. Ahora considera que hay que esperar, al menos, hasta que acabe

el año porque será en el primer semestre del próximo cuando los efectos del enfriamiento empiecen a notarse en la inflación y el déficit exterior.Restricción del créditoEl debate sobre el calentamiento y el ajuste no cobró popularidad hasta julio, en parte porque una de las medidas de ese mes -la restricción del crédito que pueden conceder los intermediarios financieros- afecta a buena parte de la población, y en parte también porque el Gobierno (quizá para dar mayor credibilidad a su determinación por enfriar la economía) dejó entrever que si las medidas adoptadas resultasen insuficientes habría más y más duras.Las opiniones, también en este punto, son controvertidas. Para Luis Ángel Lerena, "si hay calentamiento hay que hacer algún ajuste". José Folgado, sin embargo, opina: "Si queremos enfriar la economía estamos diciendo que no se cree empleo". Antonio Gutiérrez niega la premisa mayor: "No es que haya un exceso de consumo, lo que hay es una debilidad en la oferta. Además, ese consumo está mal repartido, lo disfrutan las capas sociales que más se orientan a la importación".

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De los dos componentes de la demanda -consumo e inversión-, es el primero el que recibe todas las críticas. La diferencia entre unas opiniones y otras estriba en el tipo de consumo que consideran culpable de los desequilibrios y el método que debe utilizarse para frenarlo. Para que las cuentas cuadren y el ritmo de crecimiento de la demanda se adapte a la velocidad a la que aumenta la producción, el ahorro tiene que ser suficíente como para financiar la inversión. Ahora el ahorro total queda por debajo y la diferencia se salda con ahorro exterior; con el déficit por cuenta corriente.

En las antípodas del ahorro se encuentra el endeudamiento: comprar con el dinero que se ganará mañana. La medida más impopular de las adoptadas en julio, la restricción del volumen de créditos que pueden conceder los bancos, apunta al centro del desequilibrio entre el ahorro y la inversión, que es el causante de que se demande más de lo que se produce.

La restricción del crédito ha sido una medida contestada en la forma y en el fondo: "Aunque en el segundo semestre se reduzcan considerablemente los créditos, eso no querrá decir que haya disminuido la demanda de créditos", asegura Alfonso Novales. Luis Áníel Lerena comparte, con matices, esta opinión: "La demanda de créditos ahora está dormida; se le ha puesto un freno, pero es un freno temporal que no podrá mantenerse el próximo año, con lo que en la próxima primavera pueden reproducirse los mismos problemas de este año".La contestación que se da a esta crítica es que han intentado repercutir sobre el lado de la oferta después de que las subidas de tipos de interés demostrasen que no son suficientes para reducir la demanda de créditos, ya que ésta se basa en una expectativa de beneficio real a largo plazo y de beneficio especulativo a corto. El objetivo, desde esta defensa, es reducir el total de créditos que pueden concederse porque así se reduce la capacidad de gasto.

La medida de restricción del crédito al sector privado se enfrenta también a la crítica de quienes consideran que no son las familias y empresas, sino el sector público, los que consumen por encima de sus posibilidades. Patronal y sindicatos coinciden en esta crítica, pero, mientras para CEOE esto se debe a un excesivo crecimiento del gasto público, para los sindicatos obedece a una política fiscal poco exigente con los más favorecidos.

Para Apolinar Rodríguez, "lo que es escaso es la capacidad de financiación del sector público. Mientras, sigue habiendo grandes bolsas de fraude y la mayor presión fiscal se concentra sobre las rentas del trabajo". En su opinión, el debate sobre el ajuste "no debe ir a reducir el gasto público en equipamientos sociales, sino a aumentar los ingresos a través de una mayor disciplina fiscal y finariciera".

José Folgado, desde CEOE, defiende una tesis diferente: "El gasto público debe crecer por debajo del PIB en los próximos años para que sea viable la reducción a cero del déficit público". Acerca del calentamiento y la necesidad de ajuste, considera que "hay margen de maniobra; todo lo que se necesita es incentivar el ahorro para que la diferencia entre el ahorro y la inversión no convierta en peligrosa para el capital foráneo la decisión de invertir en España".

Ese margen de maniobra ha sido aceptado implícitamente por todos los partidos políticos a la hora de elaborar sus programas electorales. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) habla de "un crecimiento equilibrado y duradero"; el Partido Popular (PP), de "un crecimiento sostenido y estable"; para Izquierda Unida (IU), "se trata de crecer repartiendo", y el Centro Democrático y Social (CDS) habla de "ampliar el equipo productivo, de invertir más".

Las referencias a los desequilibrios, calentamientos y ajustes sólo se hacen de pasada o como crítica a la política económica seguida por el Gobierno del PSOE.

El ajuste queda así para otra ocasión, con una sola salvedad: los partidos políticos, con, la excepción de Izquierda Unida, han descubierto las bondades del ahorro, con lo que los incentivos para aumentarlo se han convertido en la única política propuesta para adecuar el crecimiento de la demanda al de la producción, y así evitar el temido recalentamiento de la economía.Huchas de todos los coloresLa patronal propone incentivar el ahorro a través de medidas fiscales, como un mejor tratamiento de las rentas de capital, una reducción de los tramos en los tipos del IRPF, así como la disminución del tipo marginal hasta el vigente en el impuesto sobre sociedades, y además que se adopten medidas que incentiven el ahorro popular.

El Partido Popular pone asimismo el énfasis en el tratamiento fiscal del ahorro de las familias, pero también se ocupa del ahorro público a través de una .reducción del gasto" y del ahorro empresarial "mediante una moderación de los costes".

Los incentivos al ahorre), para el PSOE, pasan por diferenciar ,,entre el ahorro que cuesta esfuerzo, que exige una reducción del consumo, y las rentas del capital, que son el resultado de rentabilizar un determinado patrimonio". El PSOE dice que incentivará sólo el primero.

La propuesta del CDS se refiere tanto al ahorro nacional como al que se capta desde el exterior. El primero se incentivaría "mediante desgravaciones fiscales del ahorro financiero familiar que se deposite en cuentas de ahorro especiales, como hacen los japoneses, o se dedique a la adquisición de títulos de deuda también especiales". La. atracción del ahorro externo, mientras, se haría "mediante un tratamiento fiscal de las rentas de capital similar al europeo".

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