Cartas al director

Nacidos de la droga

Las libertades individuales se agotan en la frontera en donde los actos propios condicionan la libertad de los demás.Sin duda, delimitar hasta qué punto el individuo es libre para utilizar o no drogas es un matiz de la controversia social sobre la drogadicción, acerca del cual no existe una opinión unánime. Sin embargo, cuando de la utilización de la droga se derivan daños objetivos para terceras personas la condena social de este tipo de hábitos parece justificada, y más especialmente si los afectados son los niños, y más concretamente aún si son los hijos recién nacidos de madres drogadictas...

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Las libertades individuales se agotan en la frontera en donde los actos propios condicionan la libertad de los demás.Sin duda, delimitar hasta qué punto el individuo es libre para utilizar o no drogas es un matiz de la controversia social sobre la drogadicción, acerca del cual no existe una opinión unánime. Sin embargo, cuando de la utilización de la droga se derivan daños objetivos para terceras personas la condena social de este tipo de hábitos parece justificada, y más especialmente si los afectados son los niños, y más concretamente aún si son los hijos recién nacidos de madres drogadictas.

Es posible que bastara a aquellos que defienden la legitimidad de utilizar drogas -en aras de unas libertades individuales posiblemente no bien entendidas-; es posible, digo, que les bastara darse una vuelta por una de esas salas hospitalarias de neonatología, en las que están hospitalizados los recién nacidos afectados del síndrome de abstinencia, para que entendieran mejor dónde terminan las libertades de la madre y comienzan las del hijo.

No se me escapa que para la mayoría de nuestros legisladores este problema se solucionaría por la ancha vía de la eliminación de este niño prematuramente drogadicto. El aborto podría ser la terapia social para todos estos problemas. No se preguntaría sobre el valor de sus vidas. La mejor forma de no tener que soportar el cuadro de un recién nacido con el síndrome de abstinencia es eliminarlo antes de que nazca.

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¿No sería más lógico que toda mujer en edad de concebir conociera el riesgo que para un potencial hijo suyo supone su adicción a la droga? ¿No es posible que esta idea le ayudara a combatir un hábito que también para ella puede ser demoledor? Es muy probable que, ante una posible maternidad, la responsabilidad de cuidar de ese hijo que va a nacer pudiera ser un punto de apoyo sobre el que rehacer una vida alejada de la droga. El recién nacido afecto de un síndrome de drogodependencia no sufre ninguna enfermedad congénita de dificil o imposible curación antes de nacer. El no nacido drogadicto es un niño completamente sano que lo único que requiere es que su madre, durante el embarazo, lo prefiera a él antes que a su droga. ¿Es esto tan difícil?-

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