Cartas al director

Pobres peatones

Hasta no hace mucho, en las calles, la calzada era un espacio casi vedado a los peatones y patrimonio de todo tipo de vehículos, de forma que a quien utilizaba sus pies para desplazarse le quedaba como única garantía de salir indemne el circular por las aceras (cuando éstas no estaban ocupadas por vehículos). De un tiempo acá, éstas también son patrimonio de monopatines, patines, bicicletas y motos.Pero lo sorprendente no es que haya que compartir el reducido espacio peatonal con tales artefactos, sino la impunidad con que esto ocurre, ante los propios ojos de los agentes de circulación. Y sob...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Hasta no hace mucho, en las calles, la calzada era un espacio casi vedado a los peatones y patrimonio de todo tipo de vehículos, de forma que a quien utilizaba sus pies para desplazarse le quedaba como única garantía de salir indemne el circular por las aceras (cuando éstas no estaban ocupadas por vehículos). De un tiempo acá, éstas también son patrimonio de monopatines, patines, bicicletas y motos.Pero lo sorprendente no es que haya que compartir el reducido espacio peatonal con tales artefactos, sino la impunidad con que esto ocurre, ante los propios ojos de los agentes de circulación. Y sobre todo, el descaro e insolencia con que los conductores de estos vehículos suelen responder a quien osa quejarse por tal motivo. Comprendo que es muy importante ir en bicicleta sin riesgo de que te atropelle un coche; jugar con el agresivo monopatín y conducir las motos ganando espacio a los coches; pero a mí se me ocurre que los peatones, acogotados, relegados e indefensos, tenemos derecho a un espacio propio que, desde luego, ya no son las aceras. Debo añadir que tengo coche, pero que siempre priorizaré mi condición también de peatona.-

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En