Cartas al director

Prestigio y etiquetas

En el País Valenciano, muchísima gente veía la televisión catalana (TV-3), cuya señal llegaba a nuestras tierras gracias a una infraestructura costeada con participación absolutamente popular, a base de bono de 1.000 pesetas, y de más de 100 ayuntamientos, o sea, lo que se dice el Pueblo, y, esta vez sí, con mayúscula.En la primavera pasada se reunieron en Castellón los presidentes de las autonomías catalana y valenciana, Pujol y Lerma, respectivamente, y, entre otras cosas, hablaron de la televisión. Por las declaraciones de los dos presidentes quedó claro que no había problema para que la te...

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En el País Valenciano, muchísima gente veía la televisión catalana (TV-3), cuya señal llegaba a nuestras tierras gracias a una infraestructura costeada con participación absolutamente popular, a base de bono de 1.000 pesetas, y de más de 100 ayuntamientos, o sea, lo que se dice el Pueblo, y, esta vez sí, con mayúscula.En la primavera pasada se reunieron en Castellón los presidentes de las autonomías catalana y valenciana, Pujol y Lerma, respectivamente, y, entre otras cosas, hablaron de la televisión. Por las declaraciones de los dos presidentes quedó claro que no había problema para que la televisión catalana y la futura televisión valenciana (TVV) se viesen en, las respectivas comunidades vecinas.

Pues bien, nuestro gozo en un pozo. El Gobierno concedió a la TVV la misma frecuencia por la que veíamos la catalana, con lo cual la hemos dejado de ver. Los especialistas han explicado por activa y pasiva que no hay impedimento técnico para que se pudieran ver las dos con distintas frecuencias, o sea, que es una decisión absolutamente política de un Gobierno central socialista en connivencia, suponemos, con un Gobierno valenciano también socialista.

Los fines políticos de esa decisión los sospechamos todos, pero, en todo caso, es una actuación en contra del pueblo, que deseaba disponer de una opción más, por a que pagó más de 400 millones de pesetas en infraestructura; es una actuación que, como muchas otras en los últimos tiempos, desdice mucho de la etiqueta socialista.

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Hace algunos años,se descubrió que una marca de agua mineral de mucho prestigio embotellaba agua que de mineral, nada. Era malísima, incluso con problemas sanitarios. Desde que nos enteramos del fraude, jamás volvimos a comprar una botella.

Estos señores que nos gobiernan disponen de una etiqueta de mucho prestigio, efectivamente, la marca PSOE; pero han desvirtuado su contenido de tal manera que la han dejado irreconocible.- y cinco firmas más.

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