Tribuna:

'Suspense'

Hace apenas un mes, en un chiste que circulaba en Varsovia se comparaba el partido comunista polaco (POUP) con una persona que salta a las aguas profundas sin saber nadar, y a Solidaridad, con alguien que quiere enseñar a nadar con manuales y sin mojarse. Ahora los papeles se están invirtiendo, y son, sobre todo, Tadeusz Mazowiecki y otros recién llegados de Solidaridad quienes deberán demostrar su talento de nadadores. ¿Quiénes son, pues, esos ministrables tan esperados y, sin embargo, poco conocidos por el gran público en su propio país?Para abordar la prueba electoral de junio pasado...

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Hace apenas un mes, en un chiste que circulaba en Varsovia se comparaba el partido comunista polaco (POUP) con una persona que salta a las aguas profundas sin saber nadar, y a Solidaridad, con alguien que quiere enseñar a nadar con manuales y sin mojarse. Ahora los papeles se están invirtiendo, y son, sobre todo, Tadeusz Mazowiecki y otros recién llegados de Solidaridad quienes deberán demostrar su talento de nadadores. ¿Quiénes son, pues, esos ministrables tan esperados y, sin embargo, poco conocidos por el gran público en su propio país?Para abordar la prueba electoral de junio pasado, Solidaridad debió fundar, junto al sindicato, el Comité de Ciudadanos. Estaba presidido por Bronislaw Geremek, de 57 años, medievalista de reputación internacional y brazo derecho de Walesa. Después de la victoria en las elecciones del 4 de junio, los nuevos diputados y senadores perpetúan la actividad del Comité de Ciudadanos en la mayoría de las circunscripciones, cada uno a su manera, lo que es enriquecedor, pero plantea también bastantes problemas. Además, la coordinación de trabajos del grupo parlamentario en ambas Cámaras tampoco es una tarea muy tranquila. En esas condiciones, Geremek, presidente simultáneamente del Comité de Ciudadanos y del grupo parlamentario, se considera indispensable y no puede aceptarle una cartera al Gobierno. La noticia provocó cierta decepción en Varsovia, como también en el extranjero, donde Bronislaw Geremek es muy admirado, incluso como un mandarín, algo ya dificil de encontrar entre nosotros. ¿Cómo no pensar, en efecto, que este hombre lleno de encanto, con su barba redonda y su pipa muy estilo británico, pueda no ser un excelente ministro de Asuntos Exteñores? No sólo habla francés e italiano casi tan bien como el polaco, sino que además ha evidenciado ya a menudo talento de diplomático al negociar por cuenta de Solidaridad. Si el principal interesado no cambiara de idea en cuanto a su decisíón, a sus numerosos amigos extranjeros no les quedaría otra elección que ir a buscarlo a la calle de Wiejska, de Varsovia, en la sede de la Dieta (Parlamento), o en su casa, ubicada en una pintoresca calle de la ciudad vieja.El profesor Wojciech Trzeciakowski, de 63 años, economista, director de un instituto de la Academia de Ciencias, parece destinado a hacerse cargo de un gran ministerio económico. Católico muy cercano al episcopado polaco, participó en la insurrección de Varsovia de 1944 y, bajo el nuevo régimen, su carrera tuvo un inicio muy difícil. Sin embargo, más tarde representó a Polonia en Ginebra ante la Comisión Europea de las Naciones Unidas, y el áfio pasado el primer ministro Rakowski hubiera querido confiarle una cartera en su Gobierno. Por pertenecer a Solidaridad, el profesor Trzeciakowski declinó el ofrecimiento. Más recientemente, en un reticente artículo, presentó un "plan de salvación para la economía polaca", basado principalmente en obtener 10.000 millones de dólares de ayuda extranjera.

Al no haber ofrecido el presidente Bush más de 100 millones de dólares, el plan Trzeciakowsiki no parece, de momento, muy realizable. Por otra parte, aun cuando la participación de este economista en el Gobierno de Mazowiecki parece estar confirmada, los militantes de Solidaridad, en su mayoría jóvenes, desean que a uno de ellos, Ryszard Bugaj, de 44 años, principal consejero económico del sindicato, le sea confiada una cartera no menos importante. Quisieran también que otros mosqueteros de Solidaridad, combatientes de primera hora durante las huelgas de 1980, corniencen a foguearse en el Gobierno.Tal es el caso de Heriryk Wujec, de 48 años, hijo de campesinos, militante católico primero, y luego, a partir de mayo de 1977, miembro del Comité de Defensa de los Obreros (KOR) y, finalmente, cofundador de Solidaridad. Al contrario de otros camaradas de su rango, se entregó en cuerpo y alma a la campaña electoral, y es hoy el número dos, después de Geremek, en el grupo parlamentario.

También es el caso de Zbigniew Bujak, de 35 años, antiguo obrero, jefe de Solidaridad en la clandestinidad durante el estado de guerra, a quien se le reconoce el mismo talento que a WuJec, y a quien también se le podría confiar, sin riesgo, cualquíer ministerio. Al igual que Tadeusz Mazowiecki, se había negado a ser candidato a la Dieta para dedicarse a reforzar el sindicato. Pero frente a esta nueva urgencia, tal vez también él cambiaría de opinión. Partícipe de la mesa redonda que culminó con los actuales cambios, Zbigniew Bujak no carece: de experiencia como negociador y tiene además el carisma de: un verdadero líder político. Gracias a lo cual, muy al comienzo de Solidaridad, se había impuesto corno dirigente indiscutible de la región de Mazowsze, que abarca Varsovia, e inmediatamente después, imitarido la gestión de Walesa en Gdansk, se rodeó de un grupo de expertos reclutando dos célebres personalidades: Jacek Kuron y Adam Michník, fundadores en 1976 del KOR y veteranos de las cárceles rojas antes, durante e incluso después del estado de guerra.

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El equipo Bujak-Kuron-Michnik parecía, en todo caso, tan fuerte como antes del estado de guerra y parecía capaz de contestar el líderazgo de Walesa con un programa más radical. Pero la prueba impuesta a todos por el general Jaruzelski reconcilió a unos con otros, y hoy, Jacek Kuron, de 55 años, habría incluso sido uno de los candidatos que Lech Walesa pensaba proponer para la presidencia del consejo.

Sus relaciones con Adam Michník, de 43 años, son igualmente excelentes, y el hecho de que se le haya confiado la dirección de Gazeta, el periódico de Solidaridad, es prueba fehaciente de ello. La popularidad del tándem Kuron-Michnik ha sido confirmada, por otra parte, de manera incontestable, por los resultados electorales. Ambos enfrentaban adve,rsarios democristianos que gozaban del apoyo del cardenal Glemp y los vencieron con cifras que ni ellos mismos habían previsto (entre el 70% y el 80% de los votos). Bestias negras del POUP, que incluso hubiera querido excluirlos de la mesa redonda,¿pueden pasar de pronto al rango de ministros? ¿Lo desean?

Seguramente Adam Michnik no tiene complejo alguno a este respecto y fue el primero en lanzar, en un editorial, la fórmula que dio en el blanco: "La presidencia, para vosotros; la jefatura del Gobierno, para nosotros". Además, durante su reciente viaje a Moscú, sedujo a sus interlocutores soviéticos con su franca manera de hablar y su vivo interés por la perestroika. Son ases en su mano que otros de Solidaridad no pueden ostentar. Pero en Varsovia se quiere demasiado a Adas Míchnlk, eterno joven y alegre francotirador de la oposición, para poder imaginarlo vestido de gala en el salón de un ministerio.

Con Wujec, Bujak, Kuron, Michnik y algunos otros cuarentones, como Wladyslaw Frasyniuk, de 36 años, dirigente histórico de Wroclaw, evidentemente el Consejo de Ministros en Varsovia no sería aburrido. Pero si Mazowiecki piensa que la hora de esos jóvenes mosqueteros no ha sonado aún -lo que sería una lástima-, puede encontrar fácilmente sus candidatos entre quienes trabajaron con él en el club de la intelligentsia católica (KIK), u otros prestigiosos universitarios convertidos en diputados o senadores de Solidaridad.

Un periodista británico habituado a los discursos muy a ras de tierra de los sindicalistas laboristas en la Cámara de los Comunes londínense descubrió con estupefacción que en la Dieta sus homólogos diputados de Solidaridad utilizan, por el contrario, citas latinas y griegas como si acabaran de llegar directamente de Oxford. Es que Solidaridad, aun cuando se aferra a su vocación de sindicato obrero, siempre estuvo muy orgullosa de su influencia en el mundo intelectual y nunca dudó en confiar tareas importantes a creadores de renombre, como el cineasta AndrzeJ Wajda, que es su ministro de Cultura en la sombra. ¿Lo seguirá siendo ahora, del otro lado de la barricada, en el Gobiemo y no ya en la oposición? La respuesta la tendremos dentro de algunos días, en la Dieta, luego del debate de investidura de Tadeusz Mazowiecki. Y en Varsovia se la espera en un clima de suspense, como en las mejores películas de Wajda.

Traductor: Jorge Onetti.

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