Editorial:

Rebeldes y combativos

LA BOBA consigna de los patriotas que proclama todos los veranos vascos que "Fiesta, sí; lucha, también" ha vuelto a hacerse presente en el inicio de la Semana Grande donostiarra. La tradicional ceremonia de la Salve se vio nuevamente perturbada por heroicos guerrilleros cuyo afán de emociones fuertes sólo se sacia con periódicos alardes de incivilidad e incultura. Materia en la que hay que reconocer que son unos hachas. Siendo la redundancia su figura retórica más apreciada y la provocación su exclusiva es trategia, todo transcurrió de acuerdo con el libreto acostumbrado, desde los insultos a...

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LA BOBA consigna de los patriotas que proclama todos los veranos vascos que "Fiesta, sí; lucha, también" ha vuelto a hacerse presente en el inicio de la Semana Grande donostiarra. La tradicional ceremonia de la Salve se vio nuevamente perturbada por heroicos guerrilleros cuyo afán de emociones fuertes sólo se sacia con periódicos alardes de incivilidad e incultura. Materia en la que hay que reconocer que son unos hachas. Siendo la redundancia su figura retórica más apreciada y la provocación su exclusiva es trategia, todo transcurrió de acuerdo con el libreto acostumbrado, desde los insultos al lehendakari, alcalde y demás representantes de la ciudadanía, hasta los lanzamientos de objetos contra la Ertzaintza, primero, y la Policía Nacional, más tarde. Ni siquiera faltó la acostumbrada conferencia de prensa de los dirigentes de Herri Batasuna para afirmar con total seriedad que ese partido "sólo se responsabiliza de los actos que organiza", y aprovechar el viaje para calificar al presidente del Gobierno vasco de "bufón y títere del PSOE" y considerarle "la persona más desacreditada de Euskal Herria".Xabier Arzalluz ha respondido recordando escuetamente a quienes de tal guisa se habían despachado que, si de títeres se trata, tal vez nadie merezca ese calificativo con tanta justicia como aquellos partidos que se limitan a aplicar lo que ordena la autoridad militar competente, es decir, ETA.

Uno de los efectos más dramáticos de la persistencia del terrorismo en Euskadi -cuya más reciente hazaña ha consistido en asesinar a la madre de un funcionario de prisiones- es la perversión de los valores morales que ha provocado, especialmente entre la juventud. Así, expresiones como "juventud rebelde y combativa" se utilizan para definir lo que, en la Euskadi actual, es justamente su contrario: sectores acomodaticios, respetuosos con los más brutos, incapaces de rebelarse contra las órdenes de los que dominan el cotarro, aborregados miembros de grupos de acoso al disidente que resiste a la ola.

La provocación es siempre la misma, pero los métodos tienden a hacerse más brutales a medida que se hace más dificil encontrar personas dispuestas a morder el anzuelo. La ridícula guerra de las banderas declarada a fecha fija por Herri Batasuna cuando el calor aprieta no encuentra ya campo abonado en la ingenuidad de algunos concejales nacionalistas. Por ello este año se ha recurrido a hacer votar en los consistorios partidas para financiar con fondos públicos visitas a los presos de ETA. Los más incautos o pusilánimes todavía han picado, alimentando la emoción estival durante algunas semanas. En San Sebastián se pretendió reclutar a más incautos organizando un homenaje a la ikurriña, pero la gente pasó. Se recurrió entonces a la provocación directa, en la calle, contra las autoridades y el personal policial encargado de protegerlas. Como novedad, a las sillas, botellas, botes de cerveza y otros proyectiles se unió este año el lanzamiento rasante de cohetes. Según un informe de la Policía Municipal, esos cohetes habían sido reforzados con metralla, lo que los convertía en armas potencialmente mortales. Así, el juego de acosar a ertzainas y policías pasaba a mayores y los hermanos pequeños podían sentirse casi a la altura de los veteranos capaces de matar a ancianas sin que les tiemble el pulso.

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El resultado han sido decenas de heridos, varios de ellos graves. El juez ha descartado que las heridas hayan sido producidas por disparos de bala y se investigan otras posibles hipótesis. Ninguna debe ser descartada, ni siquiera la de una eventual utilización de proyectiles ilegales por las fuerzas del orden. La superioridad del sistema democrático sobre el que quisieran implantar los rebeldes y combativos patriotas del coche bomba se refleja también en su capacidad para investigar, juzgar y castigar posibles abusos o ilegalidades del propio sistema.

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