Reportaje:

La huida rumana

Sólo algunos deportistas salen con permiso

Los futbolistas rumanos Marcel Sabau y Georges Viscreanu, que pidieron el sábado asilo político en España, chocaron con la situación desfavorable que existe actualmente en la República Federal de Alemania para acoger refugiados de los países del Este. Al ser rechazados en Francfort tratarán de ganar tiempo en Madrid para arreglar su salida y seguir sus carreras deportivas, en cualquier caso, fuera de su país. Rumanía está aún cerrada a la salida de deportistas jóvenes, lo que ha provocado este mismo año como huida más señalada la de la plusmarquista mundial de natación, Livia Copariu.

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Los futbolistas rumanos Marcel Sabau y Georges Viscreanu, que pidieron el sábado asilo político en España, chocaron con la situación desfavorable que existe actualmente en la República Federal de Alemania para acoger refugiados de los países del Este. Al ser rechazados en Francfort tratarán de ganar tiempo en Madrid para arreglar su salida y seguir sus carreras deportivas, en cualquier caso, fuera de su país. Rumanía está aún cerrada a la salida de deportistas jóvenes, lo que ha provocado este mismo año como huida más señalada la de la plusmarquista mundial de natación, Livia Copariu.

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Rumanía, aunque menos estricta que la RDA, el último gran bunker del Este, es uno de los reductos más duros a la hora de permitir a sus deportistas ejercer sus profesiones fuera de sus fronteras. No tiene una perestroika en marcha, como en la URSS, ni tampoco la mayor permisividad que se ha producido desde hace más tiempo en Yugoslavia, Hungría y Polonia, sobre todo, e incluso en Bulgaria y Checoslovaquia. La propia situación política del país, con múltiples problemas internos, le han hecho permanecer todavía más hermético.De todas formas, y concretamente en el caso del fútbol, primer deporte nacional, es donde se han producido las excepciones como premio a determinadas figuras. El caso anterior del tenista Ilie Nastase fue algo fuera de lo normal, en la misma línea que caracterizó al propio jugador. Llegó a un acuerdo con su país, al que no sólo traía divisas, sino también una publicidad impagable. Poco a poco, y tras casarse en Francia, se fue convirtiendo en todo un miembro de la jet-set intemacional.

Y tal vez por tener su mismo apellido, un primer futbolista, Nastase, pudo jugar durante tres temporadas, de 1981 a 1984, en el Catanzaro italiano. Pero en realidad, el primer gran favorecido fue Ladislav Boloni, cerebro del Steaua de Bucarest que se proclamó campeón de Europa en 1986, y de la selección nacional, donde jugó en 108 ocasiones. En 1987, con permiso oficial fichó por el Racing de Bruselas belga, aunque no se adaptó y pasó poco después, en febrero de 1988, al Creteil de la segunda división francesa.

Este mismo año, en abril, se concretó el pase al Lens también francés, y descendido después igualmente a segunda división, de otros dos veteranos, que aún jugaron, y perdieron, con el mismo Steaua la final de la Copa de Europa frente al Milán: el capitán y centrocampista Tudorel Stoica, de 32 años, y el delantero Victor Piturca, de 33. El primero dejó así el mando del equipo a Hagi y el segundo el protagonismo casi único en la delantera a Lacatus.

'Amateurismo'

Pero Sabau, de 24 años, y Viscreanu, de 28, aunque tengan un porvenir futbolístico aún menos brillante y de calidad que los tres anteriores, ni siquiera podían plantearse la salida del país. Y eso que el fútbol rumano, en plena euforia por su buena marcha hacia la clasificación para el Mundial de Italia, y el gran nivel mantenido en Europa por el Steaua, ha mejorado las condiciones de los futbolistas de primera división. En un cambio significativo hacia la clarificación del tradicional amateurismo marrón de los países del Este, el fútbol rumano adoptó el estatuto de no amateurs para los 500 jugadores de elite.Pero a Sabau y Viscreanu no les compensaba. Como tampoco a Miodrag Belodedici, otra de las estrellas del Steaua, que fichó por el Estrella Roja yugoslavo a primeros de año. Haciéndolo como amateur, además, aun en contra de la federación rumana, el trámite ante la FIFA es simple: un año sin jugar y libertad después.

De Karoly a Piroska

Tampoco le compensó, y en su caso sin problemas de sanciones, a Bela Karoly, el entrenador de gimnasia que forjó a Nadia Comaneci y que tenía todos los medios a su disposición. Como quería respirar otros aires occidentales se quedó con toda su familia en Estados Unidos durante una gira en 1981 a la que se había llevado a su mujer, Marta, también entrenadora, y a su hija. En su escuela de Houston volvió a demostrar su categoría al descubrir a Mary Lou Retton, la hormiga atómica, campeona olímpica en Los Ángeles, 1984.En noviembre de 1987, la selección rumana de rugby, la mejor de Europa tras Francia, sin contar los equipos británicos, jugó su obligado partido en terreno francés, en esa ocasión en Agen dentro del Campeonato de la FIRA. Dos delanteros no desaprovecharon la ocasión de quedarse. El talonador Victor Avram fichó por el mismo Agen, donde se le empleó, además, en el ayuntamiento. El segunda línea Laurentiu Constantín firmó por el Biarritz Olympique, aunque tuvo el grave contratiempo de ser suspendido por un año en octubre de 1988 por dar una patada a un contrario que estaba caído. Sólo gracias a un cambio en el reglamento se le rebajó la sanción a cuatro meses.

En abril de este mismo año, la vicepresidenta de la Unión Europea de tenis de mesa y ex campeona del mundo, Ella Zeller, viajó a la RFA para los Mundiales de Dortmund como jefa de la selección rumana. Al final de los mismos, desapareció y pidió asilo político.

España también ha tenido un precedente con una deportista rumana. Piroska Abos, campeona junior en su país, vino a los 19 años a la Universiada de Jaca, en 1981, y se quedó. Se nacionalizó un año después y se casó con el también fondista Enrique Quesada en 1984. Es la mejor especialista española y participó, aunque discretamente, en los últimos Juegos Olímpicos de Calgary, en 1988.

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