El trago amargo de Alexis

La Guardia Civil tuvo que obligar al conductor de una ambulancia a que trasladara de hospital a un niño en estado muy grave

Todo empezó con un cacahuete. El pequeño Alexis lo engulló de un trago y el fruto seco se coló misteriosamente en sus vías respiratorias. El niño se ahogaba. Los padres le llevaron a toda prisa a la clínica de la Zarzuela y allí decidieron enviarle al hospital Ramón y Cajal. Pero surgió una pega: el conductor de la unidad de vigilancia intensiva (UVI) móvil que iba a trasladarle se negó a arrancar la ambulancia si no le pagaban por adelantado. Comenzó así una rocambolesca historia que tuvo que zanjar la Guardia Civil. Al conductor no le quedó más remedio que: bajar la cabeza y cargar con una v...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Todo empezó con un cacahuete. El pequeño Alexis lo engulló de un trago y el fruto seco se coló misteriosamente en sus vías respiratorias. El niño se ahogaba. Los padres le llevaron a toda prisa a la clínica de la Zarzuela y allí decidieron enviarle al hospital Ramón y Cajal. Pero surgió una pega: el conductor de la unidad de vigilancia intensiva (UVI) móvil que iba a trasladarle se negó a arrancar la ambulancia si no le pagaban por adelantado. Comenzó así una rocambolesca historia que tuvo que zanjar la Guardia Civil. Al conductor no le quedó más remedio que: bajar la cabeza y cargar con una vida de 18 meses que se pudo perder por 90.000 pesetas.

A Fabrice Imbert se le cae la baba con su Alexis. El pequeño, rubísimo y con enormes ojos oscuros, mordisquea una botellita de plástico. Sonríe y balbucea palabras ininteligibles. De cuando en cuando, una leve tosecilla le delata."Ahora está bien, ya no queda nada", afirma su paddre en un español incipiente. "Pero lo pasamos muy mal, muy mal"Fabrice es francés y tiene 30 años. Trabaja en una empresa de tecnología aeroespacial y vino a España con su familia para pasar 12 tranquilos meses tras una larga estancia en Irak. Acostumbrado al tronar de las bombas, nunca pudo imaginar que un inofensivo cacahuete tuviera en jaque la corta vida de su hijo. Y mucho menos que la tenaz resistencia de un conductor a arrancar la ambulancia lo pusiera aún más difícil.

Viernes, 30 de junio. La familia Imbert pasa una apacible tarde en su casa de Las Rozas. De pronto, Alexis se atraganta cuando masticaba un cacahuete con sus pequeños dientes. Le cuesta mucho respirar. Fabrice no lo piensa dos veces y sale como una bala hasta la Zarzuela.

Los médicos luchan por salvar la vida del crío: le entuban, le hacen radiografías, le someten a oxigenoterapia. Intentan extraer el cuerpo extraño alojado en uno de los pulmones del crío, pero con los medios técnicos de la clínica no hay manera. Hay que llevarle urgentemente a otro hospital. Se avisa a una UVI móvil de la empresa Maex.

La ambulancia llega a la Zarzuela a las 21.30. Todo está listo para trasladar al niño, pero entonces salta el conductor: "Habíamos quedado en que los padres abonarían 90.000 pesetas por el viaje de ida y vuelta en la UVI. Tengo órdenes de no trasladar al enfermo si no pagan antes".

Fabrice no sabe si echarse las manos al bolsillo o a la cabeza; se ha, dejado la cartera en casa.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Los doctores intentan convencer al conductor: "Es un caso muy grave, la dificultad respiratoria va en aumento". El conductor vuelve a llamar a las oficinas de: Maex y sigue en sus trece.

"Me han sacado la pistola"

Se forma un tumulto en urgencias, hay quien increpa al conductor, un voluntario llega a ofrecer generosamente 40.000 pesetas para que se lleven al niño, la tensión va en aumento... Hasta que un pediatra decide avisar desesperadamente al juez de guardia, que llama por teléfono al cuartelillo de Aravaca."Está aquí la Guardia Civil y me han sacado la pistola". El conductor vuelve a llamar a las oficinas para comunicar que no tiene otro remedio, que le obligan a hacer el traslado. Y Alexis abandona en estado muy grave la clínica con rumbo al Ramón y Cajal. Un número de la Guardia Civil le acompaña Para asegurarse de que llega a su destino.

Casi todos los detalles de este insólito relato están contenidos en un informe que la clínica la Zarzuela remitió al Juzgado de Instrucción número 28 de Madrid. Un portavoz de este juzgado, que tramita las diligencias, informó que se ha abierto una investigación para aclarar los hechos. Los médicos y el padre del niño han negado que los números de la Guardia Civil llegaran a desenfundar la pistola.

Beatriz Yzpizua, propietaria de Maex, intenta justificar la postura de su empresa: "Había unas condiciones por delante. Se había acordado con la clínica que, mientras llegaba la UVI, los padres irían por el dinero a Las Rozas. Pero no fue así. Fueron ellos quienes incumplieron el acuerdo. El conductor recibió órdenes de no hacer el traslado hasta que no se pagara".

"Nosotros no dejamos al niño tirado en la calle", añade. "Estaba en un hospital, y, se supone, bastante bien atendido. No se puede decir que nos negamos a realizar el traslado, porque la UVI fue para la clínica en cuanto pudo. Otra cosa es que luego surgieran estos problemas".

"Si los padres de Alexis Imbert necesitaban un servicio urgente y gratuito", continúa Beatriz Yzpizua, "¿por qué no recurrieron a una UVI móvil de la Seguridad Social? Nosotros tenemos nuestras propias normas para evitar los impagos, que están al orden del día".

"¿De quién es la culpa si el niño se muere?", se pregunta Fabrice Imbert. "Nadie comprende cómo es posible esto. Es increíble. Lo primero que piden es 90.000 pesetas, sin importarles la vida de mi hijo. Algo no funciona. Yo creo que la Seguridad Social debe pagar por lo menos la mitad de estos servicios".

Cacahuete desmenuzado

Los gastos de la UVI móvil fueron, finalmente, de 60.000 pesetas. Fabrice las fue a abonar una semana después del accidente, cuando Alexis ya estaba en casa. Al niño se le realiz¿ una broncoscopia en el hospital y se le pudo extraer el cacahuete una vez desmenuzado. Pasó tres días en cuidados intensivos y otros dos en rehabilitación.Ahora vuelve a pasear su "fuerte carácter" por delante de sus padres y de su hermano Maxim, de tres años. "No es revoltoso, pero es un niño muy vivo", dice el padre. Y Alexis enseña sus dos dientes inferiores mientras se rasca una pequeña herida que tiene en la frente. "No más cacahuetes", le dice Fabrice, con mirada inquisidora. "Los frutos secos son muy peligrosos".

"Pan de cada día"

"Una vida es lo primero"

"Los follones con las ambulancias por este tema son el pan de cada día", reconoce la doctora Martínez Pardo, que atendió al pequeño Alexis Imbert en el Ramón y Cajal. "Nosotros no dejamos de quejarnos, pero ellos tienen también gran parte de razón, porque hay mucha gente que desaparece y no paga".Beatriz Yzpizua, propietaria de Maex, defiende a estas compañías: "Muchas veces recurren a nosotros porque prestamos un servicio mejor y más rápido que el de la Seguridad Social. A una empresa privada no se le puede decir por las buenas: 'Tú haces este servicio por narices".

Maex realiza servicios únicamente con clínicas privadas y dispone de una flota de 15 ambulancias y cuatro UVI móviles, con médico incluido.

Archivado En