La vista del 'caso Paula' dejó varias dudas sin despejar

, Ni el misterio, ni la variedad, ni la espontaneidad que atesora el toreo de Rafael de Paula superan seguramente los misterios, diversidad de personajes y sorpresas que, durante las siete sesiones que ha durado el juicio oral del denominado caso Paula, han podido presenciar los espectadores al mismo. La supuesta infidelidad de la esposa del torero será un misterio a revelar en las biografías "aún no escritas" del matador de toros gitano.

La aparición de documentos a última hora, la incomparecencia de testigos, la ampliación de las condenas solicitadas por el fiscal y las reacciones de...

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, Ni el misterio, ni la variedad, ni la espontaneidad que atesora el toreo de Rafael de Paula superan seguramente los misterios, diversidad de personajes y sorpresas que, durante las siete sesiones que ha durado el juicio oral del denominado caso Paula, han podido presenciar los espectadores al mismo. La supuesta infidelidad de la esposa del torero será un misterio a revelar en las biografías "aún no escritas" del matador de toros gitano.

La aparición de documentos a última hora, la incomparecencia de testigos, la ampliación de las condenas solicitadas por el fiscal y las reacciones del torero, tanto en sus declaraciones ante el juez como ante la Prensa tras el juicio, convirtieron el caso Paula en una caja de sorpresas que se abría diariamente en las sesiones que tuvieron lugar en el palacio de la Diputación de Cádiz, sede provisional de la Audiencia Provincial de aquella ciudad.En la vista oral del caso Paula se juzgaban los sucesos acaecidos el 8 de marzo de 1985, cuando un joven drogadicto, Oswaldo Hernández, agredió al ex futbolista del Cádiz, José Gómez Carrillo, que días antes había sido despedido de su puesto como subdirector del casino Bahía de Cádiz. La supuesta relación sentimental de Gómez Carrillo con Marina Muñoz, esposa del torero jerezano, la fama futbolística y taurina de ambos personajes y la existencia de una investigación detectivesca encargada por Paula sobre el comportamiento de su mujer, así como los rumores y leyendas que siempre acompañan las historias de amor de los gitanos desencadenaron la apertura de un proceso sumarial seguido con gran interés.

Por los hechos relatados se acusaba a Rafael de Paula, al empresario de É¡bar, Enrique Vilarte, amigo del torero, a Vicente Portalés, chófer esporádico de la cuadrilla de Paula, y a José Raúl Robles y Oswaldo Hernández, todos ellos como autores o inductores de un delito de homicidio frustrado. Se solicitaban penas de siete años de prisión, además de una indemnización de 10 millones de pesetas para el agredido.

Cinco defensores

A pesar de que el juicio haya sido conocido con el sobrenombre artístico de Rafael Soto Moreno -caso Paula-, y que la figura del torero haya marcado todas las sesiones de las vistas, en el mismo no ha quedado demostrado, o al menos han surgido serias y razonables dudas, sobre varios aspectos fundamentales del caso, y sobre la implicación del torero, tanto para los espectadores como para los cinco abogados defensores. Éstos mantuvieron conclusiones definitivas y una tesis más convincente, para los que vivieron el juicio, que la argumentada por el Ministerio público y la acusación particular, solicitando la absolución de los acusados. Otra cosa será la sala cuarta, con Gonzalo Morales, su presidente al frente, determine probado y sentencie.

Las dudas surgidas durante el juicio han sido varias. Por un lado, el fiscal calificó de "flirteo" lo que el propio agredido, Gómez Garrillo, definió como un "coqueteo, sin más", y lo que desde el momento de la agresión se calificó como una supuesta infidelidad de Marina Muñoz a Rafael de Paula. Infidelidad que no llegó a existir, ni tan siquiera en ese grado leve, según el defensor del torero, Horacio Oliva. Si no existió esa infidelidad, parece lógico pensar que el leit motiv de Rafael de Paula para vengarse de Carrillo tampoco existió.

La segunda duda razonable del caso es la identidad del arma con la que se cometió la agresión. Oswaldo Hernández, autor de la misma, asegura que fue un pequeño cortaflejes -con una hoja de escasamente 1,5 centímetros- que consta como prueba en el sumario. El fiscal sostuvo que fue un arma mayor, apoyado en la gravedad de las heridas de Carrillo y en las declaraciones de la esposa de éste que, aunque afirmó no verla, dijo que era una navaja de 8 ó 10 centímetros.

La última duda, y la más determinante, fue la gravedad de las heridas sufridas por Carrillo, gravedad que, de rebajarse, otorgaría al suceso un carácter penal diferente, calificando como una falta por lesiones lo que se enunciaba como un delito de homicidio en grado de frustración.

Pero lo más significativo del caso, y lo que desde fuera se preguntaba la gente, era qué actitud tenía el torero. El fiscal la calificó de "altanera y soberbia" en su informe, y Paula, sin ánimo de polemizar, matizó tras el juicio: "Será por la percha". Y es que Paula, como ya dicen sus incondicionales seguidores taurinos, es torero hasta en el banquillo de los acusados".

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