FASE CLASIFICATORIA DEL MUNDIAL 90

La selección, desbordada por la agresividad irlandesa, sufrió su primera derrota

ENVIADO ESPECIALEspaña perdió ayer su primer partido de la fase previa del Mundial. Era previsible. Se enfrentaba a la República de Irlanda, la única selección seria de un grupo sexto muy asequible, y además lo hacia en su terreno, donde se practica un fútbol que no tiene nada que ver con el del equipo español. En Irlanda, como en el resto de las islas británicas, se juega un fútbol guerrillero, primitivo, donde la cabeza se utiliza más para golpear el balón que para pensar. España vivió así un partido agobiante, incómodo, donde los irlandeses dejaban continuamente su tarjeta de visita en form...

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ENVIADO ESPECIALEspaña perdió ayer su primer partido de la fase previa del Mundial. Era previsible. Se enfrentaba a la República de Irlanda, la única selección seria de un grupo sexto muy asequible, y además lo hacia en su terreno, donde se practica un fútbol que no tiene nada que ver con el del equipo español. En Irlanda, como en el resto de las islas británicas, se juega un fútbol guerrillero, primitivo, donde la cabeza se utiliza más para golpear el balón que para pensar. España vivió así un partido agobiante, incómodo, donde los irlandeses dejaban continuamente su tarjeta de visita en forma de patada o de codazo. Y, pese a sus intentos constantes de serenar el balón España perdió la primera oportunidad de amarrar una clasificación que parece más que asegurada.

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La primera parte fue especial mente frustrante para los españoles. Desde el pitido inicial, 11 lobos vestidos con la camiseta verde se lanzaron en pos del balón. Lo hacían con el desorden y la ilusión de un partido de patio de colegio, pero eso fue suficiente para arrinconar a España, que parecía tan agobiada en defensa como lo está un comprador un sábado por la tarde en unos grandes almacenes.

Antes del partido, Luis Suárez decía que Sanchís iba a jugar por delante o por detrás de la defensa, según cómo presionasen los rivales. Se pasó todo el partido por detrás, cerrando hueco para las avalanchas verdes, llevadas casi siempre por Houghton, con el que no pudo Jiménez. Todos los intentos de Michel, Martín Vázquez o Roberto por bajar el balón a la hierba eran inútiles. Desde que recibían la pelota hasta que sufrían la entrada de tres lobos verdes apenas pasaban un par de segundos. Delante, los bajitos Butragueño y Manolo empequeñecían aún más, si cabe, superados por unos defensores poco diplomáticos.

La tarde se torció definitivamente para España con el autogol de Michel, el primer tanto que encaja Zubizarreta en esa fase previa. Desde entonces hasta el final de la primera parte, todo fue una continua riada verde que España no conseguía encauzar. El único recurso ofensivo fue un disparo duro de Martín Vázquez, detenido con apuros por Bonner.

En el segundo tiempo, quizá al acusar Irlanda un cierto cansancio, los españoles lograron encadenar algunas jugadas ofensivas, además de demostrar haber comprendido la lección y entrar a desarrollar el mismo tipo de fútbol rocoso de los irlandeses. Aun así, las ocasiones fueron mínimas, y la más peligrosa, ejecutada por Manolo (m. 47), acabó con un lanzamiento desviado. Michel, que había visto cómo sus ganas de olvidarse de Milán se perdían en parte con el autogol, comenzó a entrar más en juego repartiendo balones a las bandas, donde Quique y Jiménez ejercían más de centrocampistas ofensivos que de laterales.

Pero la selección, aunque dominó, nunca dio la sensación cierta de que podría dar la vuelta al partido. No le iba el rival y no tenía mimbres tampoco para cambiar el curso del partido, para romper el ritmo e imponer el propio. La marea verde, como se la conoce especialmente en rugby, mantenía el tipo y no era fácilmente desmontable. Si por algo se puede caracterizar Irlanda es por su juego tenaz, inasequible al desaliento. Y más en esta ocasión, donde se jugaba el seguir aspirando a la segunda plaza del grupo que da también el pasaporte para la fase final de Italia 90. Aún lo tiene difícil, porque Hungría, pese a estar en muy mala forma, suma un punto más en los mismos partidos. Todo parece indicar que Irlanda del Norte será el juez entre ambos.

Luis Suárez trató de buscar mayor ambición ofensiva situando a Eusebio por Quique y a Julio Sabinas por un Butragueño inexistente. Pero todo fue inútil. Tranquilizados por un árbitro muy blando que amplió el reglamento hasta límites insospechados, los irlandeses lo resolvían todo con sus codos, sus plantillazos, sus patadas a seguir o su presión extenuante.

España tendrá así que buscar la confirmación de su viaje a Italia en los dos últimos partidos del grupo, ambos frente a Hungría, donde todo parece indicar que tendrá menos problemas para desarrollar el juego reposado e imaginativo que tan buen resultado le había dado hasta ayer.

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