Editorial:

La URSS vota

LOS CIUDADANOS soviéticos eligen hoy dos tercios de los diputados de un nuevo Congreso que, tras la reciente reforma constitucional, será el órgano supremo de soberanía del Estado. Los 2.250 diputados que lo integrarán no serán elegidos de modo uniforme. Un tercio lo es por votación popular en circunscripciones territoriales, delimitadas según la poblaclión. El segundo tercio será elegido, asimismo por votación popular, sobre una base territorial: a cada república y región autónoma le corresponde un número determinado de diputados, siendo estas circunscripciones distintas de las del primer ter...

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LOS CIUDADANOS soviéticos eligen hoy dos tercios de los diputados de un nuevo Congreso que, tras la reciente reforma constitucional, será el órgano supremo de soberanía del Estado. Los 2.250 diputados que lo integrarán no serán elegidos de modo uniforme. Un tercio lo es por votación popular en circunscripciones territoriales, delimitadas según la poblaclión. El segundo tercio será elegido, asimismo por votación popular, sobre una base territorial: a cada república y región autónoma le corresponde un número determinado de diputados, siendo estas circunscripciones distintas de las del primer tercio.El tercer tercio estará formado por diputados de las llamadas organizaciones sociales, entre ellas el PCUS (con 100 diputados), la Academia de Ciencias (con 20) y asimismo, con cifras variables, los sindicatos, la organización de las mujeres, la Unión de Escritores, la de cineastas, etcétera. Estos diputados son elegidos por las asambleas o coniités centrales de su organización, con un sistema enormemente complejo de presentación de candidatos. La razón de ser de este tercio -criticado por muchos como antidemocrático- es que permite a los dirigentes consagrados pasar a ser diputados sin someterse al voto popular; y sobre todo, otorga al aparato del PCUS -que controla en gran parte esas organizaciones- la posibilidad de colocar casi a dedo a un elevado número de diputados.

Sin embargo, incluso en ese tercio de las organizaciones, los sectores críticos han logrado echar por tierra algunas de las maniobras de los conservadores. El caso más relevante es el de Sajarov, cuya candidatura fue rechazada por la dirección de la Academia de Ciencias. Pero sólo 8 de los 20 candidatos presentados por esa dirección han tenido los votos suficientes para ser elegidos. Ello ha obligado a reiniciar el proceso para los 12 restantes, por lo que resulta muy proba-, ble que Sajarov, y quizá también otros reformistas vetados por el aparato, sean elegidos diputados.

Sin embargo, para la población, la batalla política decisiva ha sido la desarrollada para designar a los candidatos de los dos tercios de elección popular. En muchos casos se ha tratado de un auténtico enfrentamiento electoral, sin precedentes en la URSS. El debate ha sido libre, con fuertes críticas a las posiciones oficiales del PCUS, y en no pocos casos, los reformistas radicales se han impuesto como candidatos, a pesar de las triquiñuelas de la ley electoral.

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Por tanto, en la mayoría de las circunscripciones, los soviéticos podrán escoger hoy entre varios candidatos, y en bastantes lugares, esos candidatos reflejan posiciones o matices distintos: reformistas blandos, nacionalistas, conservadores, reformistas radicales. El signo político de la jornada va a definirse en función de algunas elecciones test, en las que un candidato marcadamente crítico se presenta frente a uno oficial. Y todos los ojos convergen sobre Eltsin, que tiene grandes posibilidades de ser elegido como único diputado de Moscú por el tercio de las nacionalidades, lo que tiene un significado especial. El envite es muy serio para el establishment soviético: en caso de derrota de Eltsin, todo el mundo sospechará que ha habido fraude; si es elegido, será un impulso para la existencia de una nueva corriente política no oficial, favorable a una reforma más radical, impulsada por ideas que Eltsin ha defendido en su campaña con gran eco popular, como el fin de los privilegios de la nomenklatura, la elección por sufragio popular del presidente de la URSS y el estudio del paso de la Unión Soviética a un sistema pluripartidista.

En los planes de la reforma de Gorbachov, la jornada de hoy es un paso más hacia el objetivo fundamental de crear una nueva legitimidad de poder a partir del voto ciudadano. El presidente que será elegido más adelante por el Congreso -el propio Gorbachov- podrá gobernar sin estar a merced del buró político del partido. El futuro jefe del Estado reunirá así un poder mucho mayor que sus predecesores, pero la fuente de ese poder empezará a escapar de las manos de una acartonada cúpula política absolutamente ajena a los intereses reales del país.

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