Editorial:

La negociación posible

DE LAS elecciones del domingo en El Salvador destacan tres datos fundamentales que resumen la situación del país: la ascensión imparable de la Alianza Republicana Nacional (Arena), que se ha convertido sin lugar a dudas en'el primer partido del país; el hundimiento de la democracia cristiana, apoyada durante la última década por EE UU como fórmula ejemplar para esa región del mundo, y la confirmación de que las guerrillas del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) representan a una fuerza de izquierda sin cuya incorporación a la vida política la democracia es inviable.Las ur...

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DE LAS elecciones del domingo en El Salvador destacan tres datos fundamentales que resumen la situación del país: la ascensión imparable de la Alianza Republicana Nacional (Arena), que se ha convertido sin lugar a dudas en'el primer partido del país; el hundimiento de la democracia cristiana, apoyada durante la última década por EE UU como fórmula ejemplar para esa región del mundo, y la confirmación de que las guerrillas del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) representan a una fuerza de izquierda sin cuya incorporación a la vida política la democracia es inviable.Las urnas han otorgado el triunfo al candidato de Arena, Alfredo Cristiani, con más del 50% de los votos, lo que hace innecesaria una segunda vuelta. La historia conoce pocos precedentes de unas elecciones celebradas en condiciones tan anormales, en pleno recrudecimiento de los combates entre el FMLN y el Ejército. El objetivo de la guerrilla era, sin atacar directamente los locales de voto, impedir el desarrollo de las elecciones. Para ello saboteó los transportes, la -red eléctrica, las gasolineras, y asaltó numerosos cuarteles. En no pocos lugares, la jornada electoral estuvo marcada por disparos en las calles. Era, pues, inevitable una abstención masiva, que los primeros datos confirman.

Rasgo trágico de la jornada fue la muerte de tres periodistas que estaban informando sobre el desarroRo de la votación. Con el agravante de que no ha sido una desgracia más, consecuencia de los riesgos que un profesional acepta en casos de guerra. Todo indica que soldados del Ejército dispararon, al menos en el caso de dos periodistas salvadoreños, una vez que éstos ya se habían identificado. El hecho de que el ministro de Defensa haya pedido perdón públicamente por esas muertes confirma esa implicación. El clima de violencia extrema en que se celebraron los comicios -y del que estas muertes son una expresión, dolorosa para los que trabajamos en este oficio, pero no la más importante- pesará en el futuro como una especie de vicio de origen sobre sus resultados en la medida en que dificilmente podrán ser considerados manifestación cabal de la voluntad popular.

En cualquier caso, la victoria de Arena no es una sorpresa, ya que en las elecciones parlamentarias del año pasado obtuvo cerca del 5051. de los votos. Desde entonces hasta ahora -y éste es otro factor que ha influido en el resultado-, la imagen del partido se ha ido transformando de la mano de su candidato presidencial. Alfredo Cristiani, un brillante empresario formado en EE UU y llegado recientemente a la política, ha logrado borrar en parte la impronta dada a Arena por el comandante Alberto d'Aubuisson como organización de extrema derecha inspiradora de los escuadrones de la muerte. Y no se trata sólo de imagen: el fracaso de la democracia cristiana ha hecho de Arena el partido de los empresarios, de los propietarios agrícolas, de los comerciantes y de otras fuerzas sociales interesadas en el retorno a una vida normal. D'Aubuisson sigue teniendo gran influencia, y el peligro de un regreso a los métodos sanguinarios no se puede descartar. Pero no tiene por qué ser así.

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Aunque a primera vista parezca paradójico, la actitud del FMLN ha ayudado al triunfo de Cristiani. Al declarar el boicoteo de las elecciones, otorgaba una ventaja política a la extrema derecha. Dicha actitud responde a la idea de que negociando con Cristiani será posible arrancar unos resultados que no fueron posibles en los contactos con Duarte. Y desde el momento en que anunció su boicoteo a las elecciones, el FMLN afirmó que estaba dispuesto a reiniciar la negociación después de los comicios. Y es muy significativo que el propio presidente electo, en el mismo discurso en el que proclamaba su triunfo, afirmara ya su voluntad de ofrecer "espacios políticos" a la guerrilla para que se integre en la política nacional. Las paradojas de la política pueden conducir a semejantes resultados: de unas elecciones celebradas en medio de un baño de sangre puede surgir un fuerte impulso hacia la paz. En El Salvador, por desgracia, las fuerzas interesadas en impedirla son todavía demasiado poderosas.

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