Cartas al director

La sociedad

en que vivimos tiene por fundamento, entre otros, el haber prohibido determinadas conductas humanas. Tal prohibición no se ha logrado sin mucha sangre, como aquí, más que en otros países, cabe recordar. Una de esas conductas, que es una variante de la esclavitud, sería la del grupo en cuyos estatutos figurara que sus miembros no pueden abandonarlo, o no pueden abandonarlo y maldecir de él, so pena de muerte. Descrito así un grupo, uno piensa en la Mafia u otra organización delictiva. Si Jonieini tiene razón, el Islam es un grupo de esas características y, en consecuencia, debe ser prohibido, a...

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en que vivimos tiene por fundamento, entre otros, el haber prohibido determinadas conductas humanas. Tal prohibición no se ha logrado sin mucha sangre, como aquí, más que en otros países, cabe recordar. Una de esas conductas, que es una variante de la esclavitud, sería la del grupo en cuyos estatutos figurara que sus miembros no pueden abandonarlo, o no pueden abandonarlo y maldecir de él, so pena de muerte. Descrito así un grupo, uno piensa en la Mafia u otra organización delictiva. Si Jonieini tiene razón, el Islam es un grupo de esas características y, en consecuencia, debe ser prohibido, aquí, en toda Europa y en otros lugares. Si no la tiene, naturalmente, no hay motivo para matar a Rustidie.Es notable que Jomeini y el episcopado francés coincidan en invocar la sensibilidad de quienes se sienten heridos en sus creencias, con motivo de un asesinato en curso. No es de suponer que la parte francesa sea insensible a las heridas no metafóricas. Pero tampoco que obre con torpeza. Está respondiendo a un malestar real, provocado por la revelación abrupta e indiscutible de que es necesario un estado laico. Pues la coartada que puede impedir al islam ser equiparado con la Mafia es su condición de religión y, si se acepta que por ser religión hay que tolerarlo, y si, según sus principios religiosos, Rushdie debe morir, entonces se es cómplice de esta muerte. Pero un estado laico puede respetar a una religión organizada sólo en tanto que no infringa las normas por las que se rigen cualesquiera otras asociaciones; por la misma razón que no puede aceptar que un individuo desorganízadamente religioso decida matar a otro porque así se lo ha dicho su Dios personal.

No se es libre de aplicar o no ciertas medidas que se siguen de la naturaleza de nuestra sociedad como no se es libre de condenar o no a un asesino probado. Si se demuestra que, conforme se ha dicho, la actitud de Jomeini es consecuente con los principios islámicos, hay que prohibir el islam por muchos fieles que tenga. La única alternativa es que las autoridades islámicas manifiesten firme y decididamente que no hay tal consecuencia. Es, por lo demás, lo que uno espera de una religión cuyos adeptos llaman a Dios El Clemente.-

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