La lluvia no pudo aguar el 'entierro de la sardina'

El cielo se vistió con nubarrones de luto para llorar en el tradicional entierro de la sardina, que significa el fin de los carnavales y el comienzo de la cuaresma. Casi un millar de personas acompañó a la difunta entre llantos de mentira, disfraces, caras pintadas y luto fingido. Ni la lluvia pudo aguar la fiesta.

La prolongación de un almuerzo, al que asistieron el alcalde de Madrid, Juan Barranco, y los Alegres Cofrades del Entierro de la Sardina, plañideras por excelencia de dicho pez, hizo que el cortejo fúnebre saliera con casi una hora de retraso. Antes, desde las doce...

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El cielo se vistió con nubarrones de luto para llorar en el tradicional entierro de la sardina, que significa el fin de los carnavales y el comienzo de la cuaresma. Casi un millar de personas acompañó a la difunta entre llantos de mentira, disfraces, caras pintadas y luto fingido. Ni la lluvia pudo aguar la fiesta.

La prolongación de un almuerzo, al que asistieron el alcalde de Madrid, Juan Barranco, y los Alegres Cofrades del Entierro de la Sardina, plañideras por excelencia de dicho pez, hizo que el cortejo fúnebre saliera con casi una hora de retraso. Antes, desde las doce de la mañana, los cofrades habían recorrido todas las tascas del Rastro para apagar a golpe de chato la tristeza por la derrota de Don Carnal y la victoria de Doña Cuaresma. Dos bandas de música, mucho baile, estandartes y algo de alcohol hicieron más llevadero el final del carnaval. La Alegre Cofradía nombró ayer a Juan Barranco miembro de honor.

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