El hombre de 41 años

La policía sueca acusa a un marginado, social del asesinato de Olof Palme

Nieva y el termómetro marca seis bajo cero. Los habitantes de Rotebro, una pequeña localidad a pocos kilómetros al, norte de Estocolmo, acarrean pequeños abetos a sus pisos, en cuyas ventanas lucen las tradicionales siete velas que adornan la Navidad de cada casa sueca. En una vivienda del segundo piso de un bloque de tres plantas, con balconada corrida, las persianas están echadas desde hace ocho días y no hay adornos navideños. En la puerta, un nombre: C. Petersson, el de un borrachín pendenciero y ladrón de tres al cuarto al que la policía sueca acusa de ser el asesino de Olof Palme. Los ve...

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Nieva y el termómetro marca seis bajo cero. Los habitantes de Rotebro, una pequeña localidad a pocos kilómetros al, norte de Estocolmo, acarrean pequeños abetos a sus pisos, en cuyas ventanas lucen las tradicionales siete velas que adornan la Navidad de cada casa sueca. En una vivienda del segundo piso de un bloque de tres plantas, con balconada corrida, las persianas están echadas desde hace ocho días y no hay adornos navideños. En la puerta, un nombre: C. Petersson, el de un borrachín pendenciero y ladrón de tres al cuarto al que la policía sueca acusa de ser el asesino de Olof Palme. Los vecinos no quieren hablar de él y, como el resto de los suecos, esperan a ver las pruebas. Unos y otros están sorprendidos.La policía se mueve esta vez con extrema cautela. Petersson es sólo la segunda persona detenida en serio en relación con el asesinato de Palme, aunque el caso ha estado sometido en estos casi tres años a especulaciones y teorías tales que han costado la carrera a una ministro de Justicia, Anna Greta Lejon, a dos fiscales y a un jefe de policía, el espectacular, si cuerdo, Hans Holmer. Ahora el máximo responsable de la investigación policial, Hans Holvebro, un policía de los de la vieja escuela, dice que "no existe plena seguridad" de que el hombre detenido sea el asesino y que habrá que esperar para saberlo "a que sea condenado por un tribunal". A la pregunta de si está satisfecho con el resultado de su trabajo, responde: "No, porque si resulta que estamos equivocados...". El contraste con Holmer, que cada poco prometía a bombo y platillo estar a punto de dar con el asesino y que sigue empecinado en defender hoy la tesis de un compló internacional manipulado por Irán, con kurdos como agentes asesinos, no puede ser mayor.

Las pruebas presentadas contra Petersson son el secreto mejor guardado del país: ni la policía, ni los tres fiscales que trabajan en el caso, ni el abogado defensor quieren revelarlo. Los móviles del crimen también son un misterio. Lo más que se ha filtrado es que el presunto asesino, identificado por la Prensa sólo como un sueco de 41 años, ha sido reconocido por al menos un testigo como el hombre que estaba en las inmediaciones del cine al que Olof Palme y su mujer, Lisbet, acudieron el 28 de febrero de 1986 y, que la cortada que tenía se ha deshecho. Ningún detalle adicional ha trascendido oficialmente, fuera de las palabras de Axel Morath, jefe de los fiscales que llevan el caso: "Creemos que esta vez tenemos al asesino".

Olvebro replica con un "sin comentarios" a casi todas las preguntas que se le plantean, entre ellas la de si Lisbet Palme, la única persona que pudo ver bien al asesino, ha reconocido al sospechoso, tal y como ha dicho la televisión. La carencia de datos sólidos alimenta las especulaciones que se hacen estos días en Estocolmo, nacidas del borrascoso pasado de Petersson. El equipo de Olvebro empezó el pasado mes de marzo su investigación desde cero. Holmer había seguido con obcecación una pista kurda de oscuro origen y dejado sin atención, hasta que fue destituido, en marzo de 1987, otras más prosaicas que llevaban hasta Rotebro, una pedanía de Sollentuna a 25 minutos en tren del centro de Estocolmo. Olvebro repasó las más de 15.000 pistas sobre el caso acumuladas en los archivos policiales y estrechó el cerco en torno a Petersson. "Lo conseguimos siguiendo las pistas", señala. "Trabajo policial normal, no muy difícil".

Petersson ya fue interrogado tras el asesinato, porque se le vio por la zona en que murió Palme y porque era un hombre que ya había matado con anterioridad. Su estabilidad mental deja mucho que desear, y en 1970, cuando estaba fuera del psiquiátrico, apuñaló mortalmente a un hombre en el curso de una pelea callejera provocada por un simple empujón, muy cerca de donde luego moriría Palme. Pocos años después, de nuevo en la calle, también pinchó a un camello, en la misma zona del centro de la capital sueca. Cuando fue interrogado en relación con Palme, la policía creyó su palabra de que estaba en su piso a la media hora escasa del crimen, lo que no podía ser cierto si hubiera sido él es asesino. Ahora, un amigo que le es taba esperando aquel día ha dicho a Olvebro que en realidad Petersson llegó 30 minutos más tarde de lo que había declarado y la coartada ha desaparecido.

Modales educados

De familia de clase media, de modales educados, estudiante de arte dramático, Chris Petersson se convirtió en un marginado social por razones no del todo claras y probablemente relacionadas con sus desequilibrios mentales. Soltero, parado adicto a las anfetaminas y al alcohol, se ha pasado buena parte de las últimas dos décadas entrando y saliendo de la cárcel y de hospitales psiquiátricos. Salvo el apuñalamiento de 1970, sus condenas han estado relacionadas con pequeños delitos. "Una vez entró en el piso de un vecino, le robó la televisión y luego la vendió", relata en Rotebro un hombre joven que dice ser amigo de Petersson desde hace un año. "Otra vez robó a otro amigo suyo 1.000 coronas (unas 19.000 pesetas), y un día cogió en la tienda unas cervezas y whisky y escondió éste y sólo pagó las cervezas". Este hombre, que trabaja en una fábrica de chocolate, tiene un cociente intelectual inferior a la media, y quizá debido a esa candidez es el único de los vecinos que ha querido hablar con un extranjero sobre Petersson, el único que ha querido decir dónde vivía el presunto asesino. "Tenía peleas, pero yo nunca le vi el cuchillo". El chocolatero no sabe qué pensar sobre la conexión de su amigo con Paline. Desde luego, con él nunca habló del caso.

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colmo en busca de anfetaminas, y era un habitual de un garito clandestino de juego próximo al lugar donde murió Palme. Desde aquella noche de febrero de 1986 dejó de frecuentar la capital y restringió sus movimientos a Sollentuna, donde tenía una peña de colegas de la misma catadura.Los suecos no terminan de creerse que Petersson sea el asesino, pero el que el viernes pasado se le extendiera el período de detención hasta el día 30 por la existencia de indicios racionales de que pudo haber disparado contra el primer ministro hace pensar a algunos que quizá sí lo sea. Es lo más que se acercan a la tesis oficial cuando se les pregunta abiertamente.

Sin embargo, hablan como si Petersson fuera el asesino. "Eso aliviaría mucho a este país", comenta uno. "Un sueco loco sería ideal, porque el crimen no lo habría cometido un buen sueco y porque la teoría de la conspiración nos hace temer que pueda volver a ocurrir lo mismo".

Arne Liljeros, un hombre próximo a jubilarse, actúa como abogado de oficio de Petersson. Su primera reacción ante los cargos presentados contra su cliente fue reconocer que eran abrumadores, lo que provocó el pasmo en la Prensa. "Si fuese mi defensor lo habría despedido inmediatamente", dice un periodista que ha decidido actuar como abogado del diablo en este caso, que ve como "un gran cacao". Tras la pública reacción crítica, el letrado se muestra más cauto, pero aun así todavía dice que "éste podría ser uno de los casos más difíciles" de su carrera. Su cliente, no obstante, "lo niega todo, y vamos a decir que no son pruebas suficientes".

Uno de los fiscales del caso ha declarado que Petersson actuó solo, y ello ha dado más argumentos a quienes inciden en los aspectos oscuros de la historia y se niegan a creer en nada de lo que se esté diciendo.

Choca que un hombre conocido por sus prontos violentos fuera capaz de, una vez que vio a los Palme entrar en el cine, esperar dos horas a que salieran del local, seguirlos y luego disparar con un arma que, por lo demás, sigue sin aparecer. De Petersson se sabía que usaba armas blancas, pero no armas de fuego. La procedencia del arma también es un enigma. ¿La llevaba encima o fue a buscarla mientras el primer ministro veía Los hermanos Mozart? ¿Quién se la dio? La policía ha interrogado a tres elementos del submundo de la delincuencia, que, naturalmente, niegan tener nada que ver con el caso. ¿Es posible que un sujeto como Petersson pensara en matar a Palme? Con independencia de la credibilidad del hombre que estaba en casa de Petersson aquella noche, sobre la que piensa incidir la defensa, sigue sin saberse cuántos testigos han reconocido al presunto asesino. Un hombre que cojea, después de que varios no le identificaran.

Es también un misterio cómo un hombre que bebía ha podido guardar durante casi tres años el secreto del asesinato. Y cómo, si alguna vez se fue de la lengua, nadie dio el chivatazo a la policía cuando había una recompensa de 50 millones de coronas (casi 1.000 millones de pesetas) por esa información. ¿O alguien fue con el cuento y no se le hizo caso porque Holmer, con el apoyo de parte del Gobierno, sostenía la tesis del compló internacional?

Olvebro se aferra al "sin comentarios" para hacerles frente, aunque sí replica a alguna. "El 90% de los crímenes los comete gente de ese tipo", y, por lo que respecta a la víctima, "hay que tener en cuenta que Olof Palme iba sin escolta".

Sobre el móvil del asesinato también se especula y se maneja la tesis de que pudiera ser un acto de venganza contra Palme por la condena a cadena perpetua de Lars Tingstrom, conocido como hombre-bomba, responsable del estallido de varios artefactos en oficinas del fisco y con el que Petersson mantenía una cierta amistad.

Petersson ha sido trasladado desde la capital a la cárcel de máxima seguridad de Osteraker, a unos 50 kilómetros al norte de Estocolmo.

El próximo hito de esta historia lo constituirá su comparecencia a puerta cerrada ante el juez el día 30. Liljeros piensa que es difícil predecir si su cliente va a salir en libertad ese día. Los cargos pueden seguir siendo secretos mucho tiempo.

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