La gerontóloga Aveni Casuchi afirma que los ancianos no deben ser tratados como muertos civiles

Los actuales ancianos son víctimas de una sociedad en transformación, pero los adultos de hoy no aceptarán vivir, cuando se jubilen, en aparcamientos de viejos, afirma la gerontóloga Mariantonietta Aveni Casuchi, que ha estado recientemente en Barcelona. Según esta profesora de Psicología en la universidad de Milán, "no puede convertirse en muertos civiles a unas personas que tienen 20 o 30 años de esperanza de vida cuando se jubilan. La sociedad deberá responder con los servicios necesarios a las exigencias e inquietudes de los jubilados, que cada vez son más numerosos y más autónomos".
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Los actuales ancianos son víctimas de una sociedad en transformación, pero los adultos de hoy no aceptarán vivir, cuando se jubilen, en aparcamientos de viejos, afirma la gerontóloga Mariantonietta Aveni Casuchi, que ha estado recientemente en Barcelona. Según esta profesora de Psicología en la universidad de Milán, "no puede convertirse en muertos civiles a unas personas que tienen 20 o 30 años de esperanza de vida cuando se jubilan. La sociedad deberá responder con los servicios necesarios a las exigencias e inquietudes de los jubilados, que cada vez son más numerosos y más autónomos".

La sociedad habrá de reorganizarse para ofrecer a la llamada tercera edad, que para muchos comienza ya a los 55 o 60 años, la manera de poder llevar una vida social e intelectualmente creativa, según la profesora italiana. En Italia existe ya el proyecto de crear la universidad de la tercera edad. Pero el problema está en que todos los servicios de formación y creación intelectual están saturados de jóvenes y orientados exclusivamente a obtener un rendimiento, una productividad. Y los jubilados, si algo tienen en común, es la etiqueta de que ya no son productivos."Es un problema de proporciones", afirma. "En el año 2.000 comenzará a haber más ancianos que adultos. Y serán además unos ancianos muy jóvenes -en muchos países existe ya la posibilidad de una jubilación anticipada a los 55 años-, en muy buen estado físico en general porque los avances de la medicina, además de alargar la vida, permiten hoy una calidad de vida considerable hasta el último momento".

La sociedad considera que los actuales ancianos no pueden ser autónomos porque han sido desbordados por el progreso y la tecnología.

Comodidad

Según la profesora Aveni Casuchi, "esta idea obecede más a nuestra comodidad que a la realidad. Con ella tranquilizamos nuestra conciencia, eludimos afrontar las necesides de creatividad y relación que tienen y los condenamos a ser una especie de muertos civiles que no nos crean otros problemas que los que nosotros decidimos que nos creen. Para contentarlos decimos que les ofrecemos tiempo libre, cuando en realidad les ofrecemos tiempo vacío".Pero los ancianos no van a aceptar fácilmente en el futuro ser apartados del sistema. "Es muy difícil que una persona que ha llevado una vida autónoma se conforme luego a la pasividad. Los jubilados son cada vez más autónomos y exigentes. Y la sociedad deberá darles la posibilidad de organizarse su vida, de poder estudiar o viajar y de hacer todo aquello que antes no han podido, y los recursos económicos necesarios para no ser dependientes de los hijos".

Pero el preservar la autonomía de los ancianos no debe ser una coartada para abandonarles a su suerte en lo afectivo. Los ancianos necesitan tener, según la profesora Aveni, dos seguridades básicas, la de la salud y la de que no están solos. "Ellos han de saber que nosotros, los hijos, estamos ahí, del mismo modo que nuestros hijos saben que nosostros, los padres, estamos con ellos, dispuestos a ayudarles, aunque muchas veces no sepamos exactamente, qué hacen o con quien están".

Tres estadios

Mariantonietta Aveni distingue tres estadios en la vejez: senescente, senil y longevo. "Empezamos a envejecer a los 55 o 60 años. Hasta los 75 años somos senescentes. A partir de esa edad podemos hablar de personas seniles y después de los 85, de longevos. Estas tres fases son muy distintas, y se alcanzan en un proceso muy largo, de modo que hay tiempo suficiente para adaptarse a ellas. Para vivir la vejez sin traumas, es preciso empezar a pensar en ella cuando se es adulto, incluso joven."Una persona que siendo joven no es capaz de imaginarse a sí misma anciana o muerta, difícilmente asumirá la vejez y la muerte. Y la vejez y la muerte son dos condiciones de la vida. La vejez no es una tragedia, incluso si nos falla el cuerpo, porque siempre tenemos la mente, y la mente es libertad. Incluso en el caso de que nos quedáramos inmóviles, tenemos el pasado, la posibilidad de sentir y emocionarnos, la posibilidad de comunicarnos con los demás", afirma.

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