Fuego real

Los vecinos de Colmenar, muy sensibilizados por el comienzo de las maniobras, recuerdan el peligro que corrieron las personas que apagaban un incendioel 13 de octubre de 1985. Los bomberos tuvieron que paralizar los trabajos de extinción debido a que las bombas sin estallar -ocultas bajo tierra- hacían explosión al recalentarse.En los últimos años, siete personas han perdido la vida mientras recogían chatarra en el campo de San Pedro. En 1982 resultó herido Gregorio del Valle, un ganadero de 48 años, al ser alcanzado por un proyectil cuando trabajaba en una finca de su propiedad situada en las...

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Los vecinos de Colmenar, muy sensibilizados por el comienzo de las maniobras, recuerdan el peligro que corrieron las personas que apagaban un incendioel 13 de octubre de 1985. Los bomberos tuvieron que paralizar los trabajos de extinción debido a que las bombas sin estallar -ocultas bajo tierra- hacían explosión al recalentarse.En los últimos años, siete personas han perdido la vida mientras recogían chatarra en el campo de San Pedro. En 1982 resultó herido Gregorio del Valle, un ganadero de 48 años, al ser alcanzado por un proyectil cuando trabajaba en una finca de su propiedad situada en las cercanías del campo de tiro.

Los habitantes de los pueblos próximos al área militar también muestran su preocupación. En Guadalix de la Sierra, en la otra vertiente del monte de San Pedro, aún se recuerda la caída de una bomba mientras se rodaba la película de Luis Berlanga Bienvenido, mister Marshall. Los vecinos temen que el incidente vuelva a producirse con peores consecuencias.

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Hace algunos años, afirma un militar retirado, se practicaba el fuego con cañones antiaéreos de 8,8 milímetros. El armamento quedaba emplazado en una zona próxima a Tres Cantos, a unos 10 kilómetros del blanco (el pico de San Pedro, de 1.440 metros de altitud).

Según señala Manuel Avello, ex militar y ganadero local, el acuerdo entre los propietarios de los terrenos afectados -entre ellos el Ayuntamiento- y las Fuerzas Armadas se firmó, bajo una "fuerte coacción", el 6 de junio de 1950. Avello afirma que el acuerdo es "nulo en derecho". El precio del alquiler del campo de tiró se fijó en 12.000 pesetas al año. Muchos propietarios no acudieron a firmar el contrato de arrendamiento de sus terrenos.

Avello destaca que en el acuerdo sólo se mencionaba la utilización de armas de corto alcance, pero no se especificaba el uso de morteros, cañones y carros de combate, tal y como se viene haciendo.

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De otro lado, un proyectil procedente del campo de tiro de Hoyo de Manzanares cayó y quedó incrustado, el pasado mes de abril, en la puerta de un chalé de la urbanización Dominio de Fontenebro, en Collado Villalba. La urbanización se encuentra a unos 500 metros del campo militar.

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