La hora de la verdad
La transparencia tan querida por Gorbachov tiene límites: aunque no estaba prevista ninguna reunión del Comité Central antes de finales de octubre, el parlamento del partido fue convocado ayer. En el orden del día figura una cuestión especialmente candente en el país de la nomenklatura; a saber, la reforma del aparato del partido.Este proyecto de Gorbachov, oficialmente aprobado a finales del mes de julio, que debería obligar a pasar a la reserva a millones de apparatchiki, provoca formidables resistencias.
Puesto que, en el espíritu de las reformas propuesta...
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La transparencia tan querida por Gorbachov tiene límites: aunque no estaba prevista ninguna reunión del Comité Central antes de finales de octubre, el parlamento del partido fue convocado ayer. En el orden del día figura una cuestión especialmente candente en el país de la nomenklatura; a saber, la reforma del aparato del partido.Este proyecto de Gorbachov, oficialmente aprobado a finales del mes de julio, que debería obligar a pasar a la reserva a millones de apparatchiki, provoca formidables resistencias.
Puesto que, en el espíritu de las reformas propuestas, se trata de romper con un dogma, el de la preponderancia del partido sobre los gestores, es fácil comprender tales resistencias. Y además esto se lleva a cabo según un principio totalmente revolucionario en la Unión Soviética, el de la primacía de la capacidad.
Esta situación se produce en un momento particularmente crítico para Gorbachov: desde hace 20 años, y según una opinión generalizada, nunca habían sido tan malas las condiciones de vida de los soviéticos.
El secretario general ha podido vivirlo de cerca con motivo de su reciente viaje a la región de Siberia, donde pudo observar las quejas de numerosos ciudadanos de base, que expresaban su escepticismo con respecto a la perestroika.
Y es que, al revés que la intelligentsia, los ciudadanos soviéticos no viven sólo de artículos publicados en Novedades de Moscú.
30 de septiembre