Cartas al director

Lobos disfrazados de ovejas

Viendo el programa de TVE Tiempo de creer (10-8-88), dedicado al Islam, realmente quedé maravillada de cómo hablando mucho no se dice nada y lo único que se hace es llenar de confusión a los demás con una ristra de mentiras, que si se dicen conscientemente es realmente un delito. Es cierto que en Occidente, como ellos nos llaman, no tenemos una idea muy clara del Islam (tampoco les ha interesado demasiado que la tuviéramos), pero lo mismo digo de los musulmanes respecto a nosotros, sólo conocen lo negativo.Occidente es igual a cristianismo para ellos, pero en esto están completamente er...

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Viendo el programa de TVE Tiempo de creer (10-8-88), dedicado al Islam, realmente quedé maravillada de cómo hablando mucho no se dice nada y lo único que se hace es llenar de confusión a los demás con una ristra de mentiras, que si se dicen conscientemente es realmente un delito. Es cierto que en Occidente, como ellos nos llaman, no tenemos una idea muy clara del Islam (tampoco les ha interesado demasiado que la tuviéramos), pero lo mismo digo de los musulmanes respecto a nosotros, sólo conocen lo negativo.Occidente es igual a cristianismo para ellos, pero en esto están completamente errados. Como cristiana yo no apruebo el estado de la sociedad occidental, sino que muchísimos aspectos son condenables, y no soy la única que opina de esta forma.

Pero los musulmanes deben dejar de vivir glorias pasadas. Aunque no soy marxista me apropio la famosa frase de Marx: "La religión es el opio del pueblo", refiriéndome al Islam.

Soy testigo de cómo les envenenan las mentes con ideas gloriosas de reconquista, les enfervorecen, les exaltan y así impiden que se acuerden de sus miserias, su pobreza, su desnudez. Niños de cuatro años mendigando, otros trabajando en lo más desagradable, suciedad y enfermedad, llanto y hambre, odio hacia lo que ni siquiera conocen, pillaje, desconfianza y un largo etcétera.

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Por otro lado no todos los árabes son así, existe entre ellos una amistad que muchos quisiéramos imitar; deberes sagrados, como la hospitalidad, que hacen las delicias de muchos de nosotros.

El Islam es un lobo disfrazado de cordero, que nos quiere comer a todos, pero se olvida que sus propias ovejas se te salen del redil, que ya no todos los árabes siguen el Corán.

Nunca he encontrado a un musulmán ofrecerme algo que merezca la pena seguir, sólo críticas a Occidente. La crítica no puede llenar mi vida, ni la de nadie.

Cuando les oigo mentir acerca de sus propias prácticas me exacerban. Como mujer no puedo aceptar oir que ellos no consideran a la mujer como ciudadana de segunda; es cierto, en países como Arabia Saudí la consideran de tercera o como perros.

La mujer musulmana jamás fue libre, ni lo es, ni lo será, no puede olvidar que es un trofeo para el más allá. Una cosa es lo que en algunos países se practica en cuanto a la libertad femenina, dejándola incluso estudiar en la universidad, pero cuando se casa, ¡oh, señores, eso es otra cuestión! Además no goza de esos privilegios fundamentales, como es la educación, en todos los países; son pocos los que en este aspecto se acercan a Occidente.

Muchos son ya los occidentales que han visto, vivido y observado de cerca el Islam; el mundo musulmán ya no puede seguir falseando su imagen, la realidad es abrumadora.

Ya es hora de que el Islam se destape y por una vez juegue limpio, aunque sepa que va a perder

Begues,

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