Cartas al director

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Para alguien que sea de Melilla o de Ceuta, leer cartas como la que publicó EL PAIS el día 30 de agosto, firmada por el señor Pousa, desde Namibia, debe de ser una triste y cada vez más frecuente sorpresa.Rebatir un tópico es una tarea casi imposible, sobre todo porque resulta desalentador que se estructure toda una corriente de opinión basada en la tópica imagen de esas dos ciudades. Mucho más cuando tal postura es mantenida -mejor, alentada- por un medio de comunicación de tanta influencia como EL PAÍS a través de una infórmación matizada o de los habituales editoriales en los que se introdu...

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Para alguien que sea de Melilla o de Ceuta, leer cartas como la que publicó EL PAIS el día 30 de agosto, firmada por el señor Pousa, desde Namibia, debe de ser una triste y cada vez más frecuente sorpresa.Rebatir un tópico es una tarea casi imposible, sobre todo porque resulta desalentador que se estructure toda una corriente de opinión basada en la tópica imagen de esas dos ciudades. Mucho más cuando tal postura es mantenida -mejor, alentada- por un medio de comunicación de tanta influencia como EL PAÍS a través de una infórmación matizada o de los habituales editoriales en los que se introduce el problema. Yo conozco esas ciudades y pienso que con más frecuencia de lo habitual la información distorsiona la realidad.

Este condicionarniento, para mí, es constatable en el escrito del señor Pousa, de Namibia (su apellido, por cierto, abunda en Ceuta, aunque no creo que, por su opinión, sea oriundo de esa ciudad). Él propone copríncipes hispano-marroquíes, la conocida célula de reflexión y peros a que Melilla y Ceuta sean españolas. Por la misma regla de tres podría poner peros a que existan árabes en el norte de África, pues, que yo sepa, Arabia está en Asia.

Al margen de historia y geografia (20 kilómetros desde Algeciras), quizá olvidamos que estas poblaciones eligen democráticamente a sus representantes y que estos pobladores son los más interesados en decidir y controlar su futuro -también su identidad-, y en este punto, cualquier melillense o ceutí sostienen lo siguiente: Marruecos es un país limítrofe extranjero; Ceuta y Melilla, con sus pobladores, son España. Reflexionar sin esta base es simplemente divagar, o, peor aún, un intento consciente de obviar y enconar a los únicos que están realmente interesados en vivir en paz con sus vecinos, que no compatriotas, marroquíes. José Luis Paredes. .

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