Cartas al director

Niño del exilio

Leyendo el artículo del señor Ignacio Sotelo (Conversación en palacio) el domingo 28 de agosto no pude evitar el impulso de enviarle estas líneas. Quisiera me hiciera el favor de hacérselas llegar al señor Sotelo si no considera que deban ser publicadas.Como el señor Sotelo, yo también salí al exilio siendo aún niño. Con mi familia fuimos acogidos en México por el presidente Lázaro Cárdenas, al que yo, como todos los españoles que en él nos exiliamos, debemos estar eternamente agradecidos. Allí crecí, estudié y formé una familia; con amarguras y alegrías, con esperanzas y decepciones, y...

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Leyendo el artículo del señor Ignacio Sotelo (Conversación en palacio) el domingo 28 de agosto no pude evitar el impulso de enviarle estas líneas. Quisiera me hiciera el favor de hacérselas llegar al señor Sotelo si no considera que deban ser publicadas.Como el señor Sotelo, yo también salí al exilio siendo aún niño. Con mi familia fuimos acogidos en México por el presidente Lázaro Cárdenas, al que yo, como todos los españoles que en él nos exiliamos, debemos estar eternamente agradecidos. Allí crecí, estudié y formé una familia; con amarguras y alegrías, con esperanzas y decepciones, y llevando siempre a España como una herida que nunca cicatrizó. Puedo asegurarle que si para los republicanos españoles que se quedaron fue trágico, para muchos de los exiliados tampoco fue fácil. Como en todo, siempre hay excepciones.

En otras ocasiones como en ésta traté de encontrar la forma de quedarme a vivir en España. No ha sido posible, tanto por factores económicos como por todos los lazos familiares que se generan en tantos años de vivir en el extranjero. El señor Ignacio Sotelo toca, entre otros puntos, dos que me han conmovido profundamente.

Uno, la entrevista con el presidente peruano, Alan García, por el cual siento profunda admiración y respeto, por la posición tan viril que ha presentado en la defensa de su patria frente a las potencias que mantienen a las naciones iberoamericanas presionadas. Otro, el grado de compromiso que España debería representar en el consenso de los países iberoamericanos.

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Soy consciente que ni una ni otra son empresas fáciles, pero creo que al menos vale la pena intentarlas.

Pongo a su disposición mi experiencia y mis relaciones en México si en alguna forma pueden ser útiles.-

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