La sombra de una duda

Ángel González Luengo, hermano del atracador fallecido, no cree que su hermano fuera descubierto el último día de su vida por una investigación policial, sino que fue delatado por una de las pocas personas que estaban al corriente de su escondite en Madrid. Entre las personas que conocían el paradero de Luengo se encontraban el actor Pedro María Nieva Perola, a su vez viejo conocido del delincuente habitual José María Fernández Mardaras, el Coyote; y José Luis Álvarez, confidente de la policía.

El Coyote conocía a Luengo, ya que ambos se movían habitualmente en los ambient...

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Ángel González Luengo, hermano del atracador fallecido, no cree que su hermano fuera descubierto el último día de su vida por una investigación policial, sino que fue delatado por una de las pocas personas que estaban al corriente de su escondite en Madrid. Entre las personas que conocían el paradero de Luengo se encontraban el actor Pedro María Nieva Perola, a su vez viejo conocido del delincuente habitual José María Fernández Mardaras, el Coyote; y José Luis Álvarez, confidente de la policía.

El Coyote conocía a Luengo, ya que ambos se movían habitualmente en los ambientes delictivos del País Vasco. Luengo confiaba tanto en el Coyote que su nombre es uno de los 14 que figuran en una lista que Luengo envió desde prisión a un amigo suyo con el aviso siguiente: "Por favor, guarda estas direcciones como si de un tesoro se tratase. Son muy importantes para mí".

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El Coyote era miembro también de la banda del Nani y de él sospechan personas que conocen su actuación que podría haber realizado un doble juego, como confidente de la policía. El Coyote, por ejemplo, fue uno de los participantes en el atraco a la joyería Rubí -cuyo propietario es Federico Venero-, el 18 de septiembre de 1981, que escapó sin ser detenido entonces.

Cuando el Coyote y Antonio Celdrán, compañero de fugas de Luengo, fueron detenidos por preparar el golpe de Baracaldo, Luengo sacó de la cárcel a Celdrán en noviembre de 1984. Sin embargo, el Coyote quedaba en libertad provisional pocos días después. Antes de que transcurriera medio mes, Luengo moría en Madrid.

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