Al este de Madrid

222 policías municipales velan por la seguridad de la mitad de la capital

La canción triste del este de Madrid comienza a las siete de la mañana, cuando los miembros de la Unidad de Protección Ciudadana número 2 (UPC-2) se lanzan a la calle. Desde sus nuevas instalaciones de la calle de Villarrobledo, que hoy se inauguran, salen a patrullar la mitad de la gran urbe. Su misión es ser la unidad de acción inmediata en la lucha contra la inseguridad ciudadana: atacar el pequeño y mediano tráfico de drogas y la delincuencia callejera, así como prestar auxilio a personas con problemas, son sus principales cometidos.

El este de Madrid, tomando el paseo de la Castell...

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La canción triste del este de Madrid comienza a las siete de la mañana, cuando los miembros de la Unidad de Protección Ciudadana número 2 (UPC-2) se lanzan a la calle. Desde sus nuevas instalaciones de la calle de Villarrobledo, que hoy se inauguran, salen a patrullar la mitad de la gran urbe. Su misión es ser la unidad de acción inmediata en la lucha contra la inseguridad ciudadana: atacar el pequeño y mediano tráfico de drogas y la delincuencia callejera, así como prestar auxilio a personas con problemas, son sus principales cometidos.

El este de Madrid, tomando el paseo de la Castellana como eje divisorio, reune algunos de los barrios más conflictivos de la capital, como son los de San Blas, Mediodía, Entrevías o Villaverde. Sin embargo, el propio jefe de servicios de la Policía Municipal, Vicente Márquez, reconoce que la zona que suele registrar más problemas es la oeste, que cae fuera de la jurisdicción de la UPC-2 y es controlada por la UPC-1: "Tienen a su cargo el centro de la ciudad, entre Cibeles y plaza de España, que es una de las zonas más duras de Madrid".La UPC-2 cuenta con 222 miembros entre mandos, agentes y auxiliares, que se reparten en tres turnos de trabajo de ocho horas cada uno, aunque el turno de noche dura un par de horas más. Para realizar sus servicios de vigilancia cuentan con un total de 31 vehículos radiopatrullas y seis motocicletas. Entre estas dotaciones y las de la Policía Nacional se intenta controlar la delincuencia en el este de la capital.

Bajas en el servicio

Una muestra de la dureza de su trabajo son las bajas. No hace demasiado tiempo una puñalada en el corazón acabó con la vida de un agente de la UPC-2 y las estadísticas de la Policía Municipal indican que cada mes unos 12 agentes tienen que ser atendidos por agresiones.Una mañana cualquiera los agentes de uno de los radiopatrulla, Alejandro y Fernando, detuvieron a un individuo con 14 papelinas de heroína y seis de cocaína. Un par de horas más tarde una yonqui con la aguja incrustada en el brazo les desafiaba: "¿Qué pasa, jefe, es que no me ve que estoy hecha polvo, qué quiere que haga?".

Al cabo del día realizan intervenciones de todo tipo. En lo que va de año ya han efectuado 93 detenciones por tráfico y consumo de drogas, 2.984 acciones de auxilio a ciudadanos, 1.338 presentaciones en comisaría y 9.553 servicios especiales (generalmente de escolta).

Desde que se creara la UPC2, en octubre de 1981, ya ha cambiado varias veces de base operativa, antes de instalarse en la que hoy se inaugura en la calle de Villarrobledo. Dos viejas naves, remozadas y divididas en dos pisos, componen la nueva base, situada entre la calle de Méndez Álvaro y la M-30. En su interior se ha construido una galería de tiro, un gimnasio, vestuarios femeninos y masculinos, una sala de reuniones, un bar y varias oficinas.

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En total ocupan una superficie de 5.400 metros cuadrados, en los que se han invertido 80 millones de pesetas. Vicente Márquez está satisfecho con estas instalaciones: "Con la nueva sede se gana mucho en eficacia y se simplifica el trabajo burocrático".

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