Circo de cifras

A. C., El circo de cifras que ha presenciado México desde las elecciones del miércoles pasado ha minado la credibilidad de un proceso que pretendía ser el más limpio y legítimo de los últimos años. Si los resultados conocido ayer, con la victoria de Cuauhtémoc Cárdenas en el distrito federal incluida, hubieran sido hechos públicos al día siguiente de la elección, probablemente habrían sorprendido por el extraordinario ascenso de la oposición Pero estos mismos datos llegan al público cuando la sombra del fraude, cierto o no, se ha apoderado ya de todo el complejísimo proceso de recuento.
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A. C., El circo de cifras que ha presenciado México desde las elecciones del miércoles pasado ha minado la credibilidad de un proceso que pretendía ser el más limpio y legítimo de los últimos años. Si los resultados conocido ayer, con la victoria de Cuauhtémoc Cárdenas en el distrito federal incluida, hubieran sido hechos públicos al día siguiente de la elección, probablemente habrían sorprendido por el extraordinario ascenso de la oposición Pero estos mismos datos llegan al público cuando la sombra del fraude, cierto o no, se ha apoderado ya de todo el complejísimo proceso de recuento.

El Gobierno y el PRI prometieron, primero, datos para la misma noche de la jornada electoral. La promesa no pudo ser cumplida porque, según se dijo esa noche, se averió el sistema de computadoras. Después se afirmó que el problema habían sido las malas condiciones climatológicas. Por último se ha reconocido que el sistema de comunicaciones mexicano no permite tanta rapidez en la publicación de cifras electorales y que fue un error prometerlo.

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Tuvieron que pasar cuatro días hasta que los primeros datos oficiales, aunque muy confusamente presentados, llegaron al público. Para entonces, ese público ya tenía la convicción d que se ha producido un fraude Ya habían circulado cifras de le partidos de oposición que daba ganador a Cárdenas y otros resultados semioficiales transmitidos por la comisión electoral los partidos políticos.

Ceremonia triunfalista

Ni siquiera necesitó cifras el presidente del PRI, Jorge de la Vega para anunciar en la noche del miércoles, en una típica ceremonía triunfalista, que la victoria del candidato de su partido, Carlos Salinas, había sido "contundente e inobjetable". Horas de pués lo arregló otro alto dirigente del partido, González Pedrero, decir que para saber si Salina había ganado "no hacía falta cifras". El propio candidato trató de deshacer el entuerto con un discurso el jueves, en el que reconoció que la oposición había conseguido un serio avance electoral.

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Pero incluso ese importante discurso de Salinas, en el que anunció el fin del régimen de partido único, ha quedado infravalorado por el desconcierto de lo resultados. Un alto dirigente del PRI comentó el domingo a un grupo de periodistas extranjero que "poco a poco, toda la población podrá comprobar que ésta han sido unas elecciones limpias". El primer reto de Salinas va a ser, sin duda, convencer país de eso, porque, hoy por hoy, los mexicanos se sienten engañados cada vez más.

El desbarajuste en la publicación de resultados ha dado pie, además, a todo tipo de rumores acerca de divisiones en el régimen. Han circulado comentarios sobre diferencias entre el responsable del recuento, el ministro de Gobernación, Manuel Bartlet que fue precandidato a la presidencia, y el PRI. No han cesado tampoco, las sospechas de que el viejo aparato del partido estaba haciendo las cosas al modo oficial en que De la Vega anunció sin la presencia de Salinas, el triunfo del partido.

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