Cartas al director

Vidas paralelas

Le agradecería que me permitiera utilizar su periódico para hacerle una pregunta a don Joaquín Arango, subsecretario de Educación.La vida del señor Arango y la mía han coincidido en algunos momentos: él es el segundo de a bordo del Ministerio de Educación y Ciencia; yo, profesor numerario de un instituto de formación profesional. En 1974 fue profesor mío en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología. En esas épocas, el señor Arango era penene, llevaba barba y se presentaba a los alumnos el primer día de clase como "discípulo de Marcuse". El señor Arango entonces no tenía coche ofici...

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Le agradecería que me permitiera utilizar su periódico para hacerle una pregunta a don Joaquín Arango, subsecretario de Educación.La vida del señor Arango y la mía han coincidido en algunos momentos: él es el segundo de a bordo del Ministerio de Educación y Ciencia; yo, profesor numerario de un instituto de formación profesional. En 1974 fue profesor mío en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología. En esas épocas, el señor Arango era penene, llevaba barba y se presentaba a los alumnos el primer día de clase como "discípulo de Marcuse". El señor Arango entonces no tenía coche oficial, escoltas o secretarias, y las huelgas de enseñantes no le parecían "precipitadas", "estrictamente económicas" o defensoras de "posturas maximalistas". Me imagino que, entre otras cosas, porque el señor Arango, como penene, estuvo en huelga durante varios meses. Pero eran otros tiempos: al señor Arango no le descontaban de su sueldo los días no trabajados, sino que siguió cobrando su sueldo íntegro.

Mi pregunta al subsecretario de Educación no se refiere a ninguno de los conceptos que le eran tan caros por aquel entonces (materialismo histórico, proletariado, huelga de masas, ruptura, etcétera). Como nuestras vidas han estado unidas ya varias veces, desde esa intimidad le pregunto a mi subsecretario: ¿el maximalismo de una huelga depende quizá del lado de la mesa en que se sienta el señor Arango?-

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