Cartas al director

Caviar y hambre

Ya no quedaban razones para el champaña; pero siempre hubo champaña para los locos. Para los locos y los niños, caviar y hambre, sangre y besos, pisando las estrellas de puntillas para no despertar a los muertos, bailarinas ebrias sonriendo al sol naciente, al fuego inocente que purificará las culpas de los niños y los locos, de las muñecas de seda colgadas de la luna con pinzas de plástico y bragas de nailon, estúpidamente culpables de nada, felizmente rota la mirada perezosa en los bordes de la copa vacía del universo, deleitándose en las marcas de carmín que besaron las nubes de champaña pa...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Ya no quedaban razones para el champaña; pero siempre hubo champaña para los locos. Para los locos y los niños, caviar y hambre, sangre y besos, pisando las estrellas de puntillas para no despertar a los muertos, bailarinas ebrias sonriendo al sol naciente, al fuego inocente que purificará las culpas de los niños y los locos, de las muñecas de seda colgadas de la luna con pinzas de plástico y bragas de nailon, estúpidamente culpables de nada, felizmente rota la mirada perezosa en los bordes de la copa vacía del universo, deleitándose en las marcas de carmín que besaron las nubes de champaña para los locos, caviar y hambre.- .

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En