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Desde que ha salido en Italia el libro de Carmen Llera -señora de Moravia- hablando de sus amores con el líder druso Walid Jumblat, andamos desasosegados con la idea de que ninguna mujer, aquí, ha contado todavía en novela o así las más íntimas sensaciones vividas al lado, o incluso debajo, de Menganito o Perenganito. No nos faltan mujeres que, siendo instruidas, pueden presumir al mismo tiempo de haber hecho un carrerón saltando de hombre público en hombre público. Sin embargo, ellas, púdicamente, guardan silencio. A veces sueltan alguna fantasía para la prensa del corazón, pero el oro...

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Desde que ha salido en Italia el libro de Carmen Llera -señora de Moravia- hablando de sus amores con el líder druso Walid Jumblat, andamos desasosegados con la idea de que ninguna mujer, aquí, ha contado todavía en novela o así las más íntimas sensaciones vividas al lado, o incluso debajo, de Menganito o Perenganito. No nos faltan mujeres que, siendo instruidas, pueden presumir al mismo tiempo de haber hecho un carrerón saltando de hombre público en hombre público. Sin embargo, ellas, púdicamente, guardan silencio. A veces sueltan alguna fantasía para la prensa del corazón, pero el oro puro de sus confidencias continúa encerrado por siete cerrojos. No dan detalles, pardiez. Con lo a gusto que nos quedaríamos todos.Carmen Llera parece que no se anda con minucias en el libro: que si Walid esto, que si Walid lo otro. Que si deprisa, que si despacio, que si toda la noche. En fin, particularidades que, estoy segura, habrán revelado a los seguidores del druso un montón de secretos sobre su carácter. Porque son los detalles los que definen a un gran hombre, y, a menudo, esas historias de dormitorio te dan más fácilmente la explicación de por qué la reconversión industrial se ha hecho así o asá, o de cómo hemos controlado esto de la inflación, en plan chulo y salto del armario. En los tiempos del franquismo me dedicaba a escudriñar la revista Hola para, contemplando el talante de las esposas de los ministros, saber lo que nos estaba esperando. Incluso en pleno tránsito a la democracia supe anticipadamente lo del bichito de la colza estudiando la faz y caderas de la señora de Sancho Rof.

Por eso pienso que, actualmente, en estos tiempos de lujo y molicie, nada tan adecuado como estudiar el paquete -de medidas pertinentes, por supuesto- de nuestros dirigentes, a través de las confidencias literarias de sus compañeras de vida, catre o ambición.

Y no doy nombres para no ser víctima de procesos por parte de tanta gente que, en estos tiempos, tiene el honor fácil.

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