Savater, pontífice

"Cuando la pluma ha dormido se despierta más fresca". Vengo observando desde hace algún tiempo cómo EL PAÍS publica indiscriminadamente lo que se le ocurre al prolífico señor Savater, don Fernando. Al principio pensé que se trataba de algo coyuntural, pero compruebo que su influencia va creciendo día tras día y sus brillantes tentáculos se extienden ya al suplemento semanal. Quizá el mencionado señor sea el pontífice oficial de EL PAÍS, o su ilustre firma vende muchos ejemplares del periódico, por eso la dirección no se preocupa demasiado de cuidar la calidad de lo que le publica...

"Cuando la pluma ha dormido se despierta más fresca". Vengo observando desde hace algún tiempo cómo EL PAÍS publica indiscriminadamente lo que se le ocurre al prolífico señor Savater, don Fernando. Al principio pensé que se trataba de algo coyuntural, pero compruebo que su influencia va creciendo día tras día y sus brillantes tentáculos se extienden ya al suplemento semanal. Quizá el mencionado señor sea el pontífice oficial de EL PAÍS, o su ilustre firma vende muchos ejemplares del periódico, por eso la dirección no se preocupa demasiado de cuidar la calidad de lo que le publica.Tengo la impresión de que el señor Savater, don Fernando, manifiesta con frecuencia una hipertrófica vocación de profeta de los nuevos tiempos, y, dado que el tiempo de los profetas y pontífices ya ha pasado, me atrevería a sugerirle, a modo de prescripción, que piense un poco más y deje dormir la pluma. Intuyo que escribir seriamente sobre lo divino y lo humano no es propio de la modernidad, ¿lo es tal vez de la posmodernidad? No sé si esta carta tendrá cabida en el diario que usted dirige. Temo, sobre todo, que si llegara a publicarse hiciera sombra en el espacio abierto al gran profeta de EL PAÍS, lo cual sería harto lamentable para los fervorosos adictos a las perlas de su pluma, y, por supuesto, para las ventas del periódico.-

Tablado-Degáña,