Un joven mulato reconoce ser el asesino de decenas de ancianas parisienses

Las 150.000 abuelitas solitarias que viven en París respiran de alivio desde que hace dos días un comisado de policía reconoció en un joven mulato tocado con boina roja y con un pendiente en la oreja el rostro de uno de los mayores asesinos de la historia del crimen. Desde octubre de 1984, 39 viejecitas han sido estranguladas, degolladas, despanzurradas o sometidas a torturas en la capital francesa. El autor de la mayoría de los crímenes es Thierry Paulin, mulato, de 24 años, nacido en Martinica, que lleva dos días reconociendo un crimen tras otro.

El miércoles había descrito con precis...

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Las 150.000 abuelitas solitarias que viven en París respiran de alivio desde que hace dos días un comisado de policía reconoció en un joven mulato tocado con boina roja y con un pendiente en la oreja el rostro de uno de los mayores asesinos de la historia del crimen. Desde octubre de 1984, 39 viejecitas han sido estranguladas, degolladas, despanzurradas o sometidas a torturas en la capital francesa. El autor de la mayoría de los crímenes es Thierry Paulin, mulato, de 24 años, nacido en Martinica, que lleva dos días reconociendo un crimen tras otro.

El miércoles había descrito con precisión sorprendente la muerte de 13 mujeres, y ayer llegaba ya a 21. La cuenta puede seguir aumentando. Paulin recuerda el lugar, el vestuario de la víctima, la hora y el método utilizado para terminar con sus vidas. Los policías se apresuran, al término de la confesión, a comprobar la exactitud de tanto detallismo.Frío, tranquilo, sin un asomo de arrepentimiento o de sentido de culpa, Paulin va aumentando su cuenta, que le sitúa ya al lado de Landrú y de Jack el Destripador, entre los más prolíficos y brutales asesinos de la historia. En una habitación vecina, el socio de Paulin, su segundo, el guyanés de 23 años Jean-Thierry Maturin, ha confesado ya siete asesinatos.

Paulin entraba en conversación con las señoras, las esquilmaba a continuación y terminaba quitándoles la vida. En algunos casos se limitaba a agredirlas, con mayor o menor violencia, sin ocuparse posteriormente de saber si habían quedado con vida. Las supervivientes de estas agresiones son las que han permitido realizar el retrato robot del asesino, que ha resultado particularmente eficaz a la hora de la tardía y casi casual detención.

La truculenta eficacia de esta sociedad limitada destinada a extirpar vidas, que ha actuado impunemente durante tres años, no es tan sólo un revelador del desvalimiento en que se hallan millares de personas mayores, solitarias y sin protección.

Paulin y Mathurin, a lo largo de su fulgurante carrera hacia la notoriedad criminal, han mordido con eficacia en la actualidad política francesa y en los debates parlamentarios.

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