Los presidentes reunidos en Acapulco institucionalizan el Grupo de los Ocho

Los presidentes de ocho países de América Latina, reunidos en la cumbre de la ciudad mexicana de Acapulco, consideran que se ha puesto en marcha un mecanismo que institucionaliza el Grupo de los Ocho para el futuro, con encuentros anuales de los jefes de Estado y más frecuentes de los cancilleres. México, Colombia, Panamá, Venezuela, Argentina, Brasil, Uruguay y Perú integran los ocho.

En la cena celebrada la noche del viernes (la mañana de ayer, hora peninsular española) en el fuerte de San Diego, situado sobre el puerto de Acapulco, presidentes y ministros de Exteriores destacaban la ...

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Los presidentes de ocho países de América Latina, reunidos en la cumbre de la ciudad mexicana de Acapulco, consideran que se ha puesto en marcha un mecanismo que institucionaliza el Grupo de los Ocho para el futuro, con encuentros anuales de los jefes de Estado y más frecuentes de los cancilleres. México, Colombia, Panamá, Venezuela, Argentina, Brasil, Uruguay y Perú integran los ocho.

En la cena celebrada la noche del viernes (la mañana de ayer, hora peninsular española) en el fuerte de San Diego, situado sobre el puerto de Acapulco, presidentes y ministros de Exteriores destacaban la importancia del hecho en sí de que ocho países de América Latina, que representan el 80% de la población del continente, se hayan reunido por primera vez e institucionalizado un mecanismo de concertación producto de una iniciativa propia.Presidentes y cancilleres llegaron en la sofocante noche acapulqueña al fuerte y allí conversaron de manera informal con los periodistas invitados a la cena. Fue uno de los escasos momentos en que se produjo este contacto desde que se inició la cumbre, el pasado viernes. La organización mexicana aisló a los ocho mandatarios en la zona residencial de Las Brisas.

Tres presidentes rompieron el cerco y se fueron a vivir a un hotel en la bahía: el panameño Eric del Valle, el venezolano Jaime Lusinchi y el uruguyao Julio María Sanguinetti. Del Valle vino a Acapulco con varios familiares, media docena de Del Valles figuraban en la comitiva panameña. Sanguinetti aprovechó alguna pausa en las reuniones de la cumbre para patear la bola en la plasha; e incluso antes de la cena se ponían de acuerdo los uruguayos para un partido de fútbol de periodistas contra políticos, con presidente incluido.

Esta actitud relajada contrastaba con la cerrazón de los militares del Estado Mayor presidencial mexicano. Los obstáculos que pusieron al trabajo de la Prensa provocaron un plante de fotógrafos.

La cena del viernes se abrió con música de órgano eléctrico. Por el cerro donde está situado el fuerte sonó un villancico, insólito anticipo de Navidad en el bochorno de la noche o una velada alusión a la armonía reinante entre los ocho. Por las alamedas del fuerte se expandieron las notas de Noche de paz. A lo lejos, en los cerros de Acapulco, se veían encendidas las lucecitas de miles de casuchas de desheredados de la fortuna sobre cuyo destino deciden en parte los hombres que allí cenaban.

El canciller venezolano, Simón Consalvi, no perdió la ocasión de hacer comentarios irónicos al enviado de este periódico sobre la incomprensión europea hacia los problemas de América Latina. "Seguro que usted escribirá ahora sobre la retórica latinoamericana y dirá que esta reunión no sirve para nada", decía Consalvi con un toque de humor amargo.

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El canciller uruguayo, Enrique Iglesias, confirmó que la próxima cumbre de los ocho se reunirá a finales del próximo año en Uruguay, pero antes habrá varias reuniones de cancilleres. Al inaugurar la cena el presidente mexicano, Miguel de la Madrid, destacó la "madurez política e imaginación" desplegada por los ocho países allí reunidos.

El objetivo principal es conseguir que lo iniciado en Acapulco tenga un carácter permanente. Alfonsín declaró antes de la cena que lo que se ha puesto en marcha perdurará más allá de los cambios de Gobierno que se produzcan en cada uno de los países. Aquí reside la importancia de la cumbre de Acapulco: la creación de un mecanismo estable que permita dar la respuesta latinoamericana a los problemas de hoy.

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