El 'violador de fin de semana'

La detención de Mario Ayuso no causó gran sorpresa en su pueblo, donde ya era conocido por andanzas anteriores

Mario Ayuso Gómez, de 27 años, ha sido detenido en Madrid, acusado de ser al presunto autor de 14 delitos de violación o intento de violación. Todos ellos se cometieron en días festivos o en fines de semana. Ayuso Gómez vive en Garcillán, un pequeño pueblo a 15 kilómetros de Segovia, que no se ha sorprendido demasiado por la noticia de su detención. "Tenía que pasar. Este chico no anda bien de la cabeza", fueron los comentarios más repetidos.

Fue una casualidad lo que permitió esclarecer una serie de casos de violación cometidos en Madrid, todos ellos con una característica común: los d...

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Mario Ayuso Gómez, de 27 años, ha sido detenido en Madrid, acusado de ser al presunto autor de 14 delitos de violación o intento de violación. Todos ellos se cometieron en días festivos o en fines de semana. Ayuso Gómez vive en Garcillán, un pequeño pueblo a 15 kilómetros de Segovia, que no se ha sorprendido demasiado por la noticia de su detención. "Tenía que pasar. Este chico no anda bien de la cabeza", fueron los comentarios más repetidos.

Fue una casualidad lo que permitió esclarecer una serie de casos de violación cometidos en Madrid, todos ellos con una característica común: los delitos, fueran de violación consumada o de tentativa, se cometieron en días festivos o en fines de semana.El domingo 8 de noviembre una mujer vio por la glorieta de Santa María de la Cabeza a un hombre joven, de complexión delgada, moreno, y, sin dudarlo un momento, lo identificó como el hombre que el 15 de agosto la asaItó cuando iba a entrar en el ascensor de su casa, la amenazó con un destornillador, la obligó a desnudarse y la violó.

Ese domingo de noviembre, a las once de la noche, cuando fue detenido, Mario Ayuso Gómez, de 27 años, vecino de Garcillán, una pequeña localidad agrícola a 15 kilómetros de Segovia, hacía apenas dos horas que acababa de intentar abusar de una joven de 23, también en el portal de su domicilio.

En esta ocasión, la aparición de un vecino hizo que el presunto violador huyera, cuando ya había causado una pequeña herida en el cuello a la joven para desanima su resistencia. Se dio el caso de que la joven, que acudió el lunes a la comisaría del distrito de Mediodía a poner la denuncia, se encontró allí con su atacante y lo identificó al momento.

En los bolsillos del presunto violador se encontró una pequeña navaja y un par de cuerdas con nudo corredizo. Esta forma de operar -en varías denuncias por violación pendientes de esclarecer las víctimas afirmaron que su agresor les había atado las manos a la espalda- y la descripción física del hombre llevaron a la policía a sospechar que pudiera ser el autor de otros 12 casos, consumados o en grado de tentativa, registrados en Madrid, fundamentalmente en Argüelles, Arganzuela y Mediodía. Inspectores de la Brigada de Homicidios acompañaron en ocasiones a alguna de las mujeres por las calles a ver si, con un poco de suerte, veían a su atacante.

Ayuso llevaba una doble vida. Durante la semana vivía y trabajaba en Garcillán, donde jamás tuvo el menor comportamiento que pudiera ser censurado por sus vecinos. Algunos fines de semana se acercaba a la capital, amparado en el anonimato, y daba rienda suelta a sus deseos sexuales. Los vecinos del pueblo, que conocen bien sus correrías anteriores, piensan que recurría a Madrid porque ya era una persona conocida en Segovia.

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Ventolera

Mario fue detenido en Segovia en dos ocasiones, el 21 de septiembre de 1982 y el 11 de noviembre de 1983, por abusos deshonestos, y una tercera en Valladolid, el 16 de junio de 1984, por escándalo público. "Se veía que a ese chico le pasa algo. En el pueblo nunca hizo nada. Venía mucho por aquí, se tomaba un café con los amigos, lo normal. Tenía más luces que muchos, pero se ve que de repente le daba la ventolera y ya no sabía lo que hacía".Aquí es el bar Roldán, en la plaza del pueblo, donde a las seis de la tarde se encuentran sólo el alguacil y tres parroquianos. La noticia había empezado a circular poco antes, cuando el secretario municipal la oyó por la radio, y la verdad es que nadie se mostraba demasiado sorprendido, aunque sí hubo gestos de sobresalto al conocer el número de violaciones que se le imputaban.

"Algún día le tenían que coger por algo gordo. Ya estuvo detenido un par de veces. Pero debe ser que en la mili le hicieron algo, porque cuando salió empezó a tener problemas, es algo de esquizofrenia, y ha estado en psiquiátrico un par de veces", afirma una anciana que le conoce desde pequeño. Alguien interviene en la conversación y puntualiza que en la mil¡ no le hicieron nada, sino que el médico militar vió que le pasaba algo raro y le envió al psiquiátrico.

Garcillán es un pueblo en retroceso. Si en 1981 su censo era de 470 personas, en 1986 sólo figuran 360. No tiene cine, ni discoteca, ni lugares de esparcimiento para la escasa juventud local, aparte de tres pequeños bares. La gente trabaja en el campo, algunos tienen algo de ganado, y el Ayuntamiento ofrece trabajo de cuando en cuando, arreglando casas que están siendo devoradas por las termitas.

Al lado del bar Roldán se encuentran dos primos del detenido, su mejor amigo y otros jóvenes, trabajando en la reparación de una casa. Mario estaba con ellos desde que fue contratado por el Ayuntamiento, en junio. Antes alternaba épocas en que no hacía nada -"entonces se le veía más introvertido"-, con otras en que ayudaba a su padre en el campo, y durante un tiempo trabajó en un taller mecánico, en Segovia. En el pueblo, dicen, nunca tuvo novia, y nunca comentó sus problemas personales o sus andanzas por Madrid.

"El lunes [por el día siguiente a su detención] no vino a trabajar, y nos extrañó, porque nunca había faltado, pero tampoco nos preocupamos demasiado".

En Garcillán nadie tiene ganas de hablar sobre el tema. Parecen considerar a su paisano como uno de esos casos desgraciados que surgen de cuando en cuando en las mejores familias y contra lo que no se puede hacer nada. La gente lo cuenta con una cierta dosis de fatalismo. Hasta ahora casi que ha tenido suerte. Le podía haber pasado algo peor", relata otro vecino, quien recuerda cómo, "hace unos cuatro o cinco años", fue a Villalba, por las fiestas, y "debió querer hacer algo con una señora, porque regresó al pueblo amoratado. Por lo visto, alguien de Villalba le vio, o la señora gritó, y le dieron una buena paliza".

El padre de Mario está en el campo. Sus dos hermanos mayores están casados y viven uno en Segovia y otra en Azuqueca (Guadalajara). Su hermana pequeña aún no ha vuelto a casa, y su madre, Teodora Gómez, se niega en redondo y con gesto adusto a hablar con los periodistas".

Carta de perdón

Cuando fue detenido, Mario llevaba una nota manuscrita, sin fecha, dirigida a una mujer. La nota pedía perdón a la ofendida y le suplicaba que le ayudara porque "tengo 10 años de cárcel pendiente y sólo usted puede hacerlo". En la nota Mario escribe que tiene novia y que quiere casarse, pero que le va a ser difícil hacerlo si va a la cárcel. La policía desconoce que el presunto violador tuviera una condena, y, tan importante, pendiente.El director del hospital psiquiátrico de Segovia no considera que el de Mario Ayuso sea un case, de esquizofrenia: "Este hombre tiene una personalidad anormal, una psicopatía, pero sin que se pueda hablar de esquizofrenia. Esa psicopatía se manifiesta de cuando en cuando por la tendencia a hacer algo violento, perverso. Sin embargo, las dos veces que ha sido juzgado en Segovia no nos pidieron información sobre su estado psíquico, aunque una psicopatía simple, por decirlo así, no se considera como eximente en el juicio".

Mario Ayuso estuvo en el psiquiátrico en tres ocasiones: "La primera fue la más larga, desde el 1 de febrero de 1982 al 1 de junio del mismo año. Se le aplicó un tratamiento de psicoterapia, a base de ansiolíticos suaves y sesiones con psicólogos y psiquiatras. Luego estuvo ingresado una semana, del 6 al 13 de octubre de 1983, y luego otra más, del 28 de septiembre al 4 de octubre del mismo año". El director cuenta que la familia lo reclamó, y hubo que darle el alta, puesto que no se puede tener a un enfermo en el hospital contra su voluntad. "Siempre que vino aquí lo hizo bajo fuertes sentimientos de angustia, ansiedad".

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