Cartas al director

Azadón al hombro

En la sala de ficheros y peticiones me dirijo al funcionario sin bata que parece ser el jefe: "¿Me permite un boli para rellenar la ficha,?" "No tenemos", me responde, mientras observo que tanto a él como a media docena de mozos, en bata azul les sobresalenunos cuantos de los bolsillos. "Bueno, pues donde está el del público", inquiero señalando un portaplumas vacío clavado al mostrador. "Se los lleva la gente", me responde."¿Alguno de ustedes puede prestarme un lápiz para rellenar la ficha", digo en voz alta, dirigiéndome a los de la bata azul que andan desocupados y discutiendo entre ...

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En la sala de ficheros y peticiones me dirijo al funcionario sin bata que parece ser el jefe: "¿Me permite un boli para rellenar la ficha,?" "No tenemos", me responde, mientras observo que tanto a él como a media docena de mozos, en bata azul les sobresalenunos cuantos de los bolsillos. "Bueno, pues donde está el del público", inquiero señalando un portaplumas vacío clavado al mostrador. "Se los lleva la gente", me responde."¿Alguno de ustedes puede prestarme un lápiz para rellenar la ficha", digo en voz alta, dirigiéndome a los de la bata azul que andan desocupados y discutiendo entre sí. Sólo uno, el del sonotone, se vuelve y me dice: "Aquí se viene con la azada puesta, como en el campo". "Pero oiga", respondo atónito, " yo vengo a leer, no a escribir; además, esto es un servicio público". "Ja, ja, ja", risas generales. El jefe retoma la palabra y sentencia: "Si quiere un bolígrafo, en la calle los venden".

Tuve que pedírselo a otro lector. Más tarde, y en privado, un funcionario de otra sección que había presenciado la escena me pidió excusas algo apurado, como sintiendo vergüenza ajena: "Lo hacen a diario", me dijo.

Mientras atendían a otros lectores llegados después que yo, tardaron 20 minutos en servirme la prensa solicitada, no sin antes obligarme a cargar hasta la recepción con los tomos ya consultados si quería recibir los nuevos.

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El día anterior, y a falta de media hora para el cierre de la sala, se negaron a atenderme: "Es que vamos a cerrar, vuelva mañana", me dio el jefe después de explicarle que sería una consulta rápida. A todo esto, no pude encontrar lo que buscaba, ya que a las colecciones de prensa que consulté les faltan ejemplares.

Así que ya saben, señores, a la Hemeroteca Nacional hay que ir con el azadón al hombro, si no, los gañanes de servicio al público no le atenderán.- Juan Ramón Yuste.

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