RELIGIÓN

Decepción en los sectores católicos progresistas ante la pobre conmemoración del Concilio Vaticano II

Juan Pablo II celebró ayer las bodas de plata de la apertura del Concilio Vaticano II, convocado hace 25 años por Juan XXIII, con un discurso ante el sínodo de los obispos que ha causado profunda desilusión en los ambientes progresistas religiosos y seglares de Roma. El único acto para conmemorar una fecha tan importante fue una misa celebrada con los padres sinodales en la basílica de San Pedro. Ni siquiera hubo una visita del Papa con el sínodo a las tumbas de Juan XXIII y de Pablo VI, los dos papas que dieron vida y llevaron a cabo el gran concilio de este siglo.

La homilía que Ju...

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Juan Pablo II celebró ayer las bodas de plata de la apertura del Concilio Vaticano II, convocado hace 25 años por Juan XXIII, con un discurso ante el sínodo de los obispos que ha causado profunda desilusión en los ambientes progresistas religiosos y seglares de Roma. El único acto para conmemorar una fecha tan importante fue una misa celebrada con los padres sinodales en la basílica de San Pedro. Ni siquiera hubo una visita del Papa con el sínodo a las tumbas de Juan XXIII y de Pablo VI, los dos papas que dieron vida y llevaron a cabo el gran concilio de este siglo.

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La homilía que Juan Pablo II debía pronunciar durante la misa era esperada desde la víspera con mucha expectación, dada la circunstancia de la presencia en Roma de un sínodo de obispos que está tratando precisamente el tema de los seglares en la Iglesia, muy relacionado con el Vaticano II. Sin embargo, el papa Wojtyla se había incluso olvidado de recordar que ya hace 25 años en el Concilio había sido muy numerosa la presencia de auditores y observadores seglares, tanto hombres como mujeres. Lo añadió en el último momento, cuando ya estaba publicado el texto oficial.La poca importancia que el Vaticano dio a este discurso del Papa sobre el Concilio ante el sínodo se pudo deducir también del hecho de que ni siquiera fue traducido a las principales lenguas, como sucede con los discursos de una cierta envergadura, por ejemplo los de Navidad y Pascua. Esta vez fue sólo traducido al francés y al inglés; ni siquiera al polaco ni al español.

Recuerdo a Trento

En su homilía, Juan Pablo II, recordando el discurso de apertura de Juan XXIII al Concilio, hace 25 años, no citó la famosa frase de condena de "los profetas de desventuras", y sí las referencias que Juan XXIII hizo al Concilio de Trento y al Vaticano I. Para recordar el concilio que pasará a la historia como el más democrático de la Iglesia y que supuso la reconciliación de Roma con el mundo moderno, el papa Wojtyla glosó ayer como "muy significativa" la liturgia del día, que recordaba la parábola del Evangelio, que habla de un rey que invitó a un banquete a sus siervos.Juan Pablo II recordó que los seglares pueden participar en el carácter regio de Cristo "con la abnegación de sí, la vida santa y oponiéndose al reino del pecado". Dijo también que el Concilio, "rectamente conocido e interpretado en el contexto del magisterio precedente", puede constituir "un programa de acción para el cristiano de nuestro tiempo".Tanto en su homilía como en las palabras que después de la misa dirigió a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro, Juan Pablo II insistió en la feliz coincidencia de que estas bodas de plata del Concilio Vaticano II se celebren en el especial año mariano por él convocado.

Uno de los teólogos presentes ayer en la sala de prensa vaticana, que asistió hace 25 años al Concilio, recordó que curiosamente el Vaticano II había significado, por el contrario, una revalorización de la centralidad cristológica del cristianismo, en oposición al exacerbado marianismo que existía cuando fue convocado en 1962.

Los seglares, ausentes

Mientras tanto, por lo que se refiere a la presencia de los seglares en la Iglesia, aunque los actuales documentos vaticanos siguen diciendo que el clero y los seglares tienen "la misma dignidad", lo cierto es que "el clero tiene el poder, los privilegios y el prestigio, mientras los laicos son vistos aún como pasivos, obedientes y meros objetos de la actividad pastoral del clero".Más que en otros sínodos, en éste se ha impuesto una durísima censura a los padres sinodales. Los periodistas no pueden nunca conocer el texto original de: sus discursos, ni tampoco en dónde se alojan o su número de teléfono. No puede nadie acercarse a la sala del sínodo, ni a la puerta, ni pedir entrevistas sin permiso previo del Vaticano.De los padres sinodales, clero o seglares, no se conoce ni una simple ficha sobre su vida y actividades.

Numerosos periodistas, enviados especiales al sínodo, han levantado ya con fuerza, aunque en vano, sus protestas por esta incomprensible censura que contradice todos los textos del Concilio Vaticano II , que ayer cumplía años.

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