El presidente de Iberia, Narcís Andreu, explica las repercusiones para la compañía española

Narcís Andreu, presidente de Iberia, "lamenta" que la liberalización de la aviación civil en Europa no haya prosperado porque teme que "ahora todo vaya a complicarse". Como máximo responsable de la tercera empresa comunitaria del sector por el número de pasajeros transportados y como presidente en ejercicio de la Asociación de Líneas Aéreas Europeas (AEA), con sede en Bruselas y que agrupa a 21 compañías, Andreu ha efectuado numerosos viajes a la capital belga para examinar las consecuencias del proyecto cuya puesta en práctica sólo ha sido retrasada.

Cuando valora el aplazado proyecto ...

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Narcís Andreu, presidente de Iberia, "lamenta" que la liberalización de la aviación civil en Europa no haya prosperado porque teme que "ahora todo vaya a complicarse". Como máximo responsable de la tercera empresa comunitaria del sector por el número de pasajeros transportados y como presidente en ejercicio de la Asociación de Líneas Aéreas Europeas (AEA), con sede en Bruselas y que agrupa a 21 compañías, Andreu ha efectuado numerosos viajes a la capital belga para examinar las consecuencias del proyecto cuya puesta en práctica sólo ha sido retrasada.

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Cuando valora el aplazado proyecto de liberalización, el presidente de Iberia estima que era un reto al que su empresa estaba en condiciones de hacer frente. El acuerdo alcanzado en Luxemburgo preveía, por ejemplo, la concesión de descuentos sobre las actuales tarifas de referencia que oscilasen entre un 10% y un 55%, en función de los requisitos más o menos estrictos a los que se someta el pasajero. Estas rebajas, según Andreu, apenas hubiesen afectado a su compañía "porque somos los más baratos de Europa".La ruptura del reparto de capacidades o de asientos disponibles a bordo de las líneas aéreas que operan una misma ruta era otro de los grandes logros del pacto elaborado en la capital del Gran Ducado porque permitía a las empresas más dinámicas ofrecer hasta un 55% -un 60% a partir de 1989- del total de las plazas disponibles. "A Iberia", comenta su presidente, "esto le interesaba porque en la mayoría de las rutas europeas solemos llevar más pasajeros que nuestros competidores y a veces nos sentimos un poco encorsetados por las limitaciones que nos imponen".

El gran peligro para la empresa del INI era la llamada múltiple designación o la facultad para un Estado miembro de autorizar a varias de sus compañías a efectuar un mismo trayecto en competencia no sólo entre ellas, sino con la línea aérea de otro país comunitario.

"Esto puede ser perjudicial" admite Andreu, "pero, aunque tengan un buen management y una infraestructura poco costosa, es dificil que estas pequeñas compañías se mantengan a medio plazo y más en un mercado tan estacional como el español". "Para nosotros la mejor respuesta hubiese consistido en resistir".

Cualquier transportista hubiese podido, según lo apalabrado en Luxemburgo, emprender con absoluta libertad vuelos regulares entre aeropuertos de primera categoría y regionales, siempre y cuando los opere con aparatos cuya capacidad no exceda los 70 pasajeros. A pesar de que Madrid pidió y obtuvo la exclusión por tres años de seis aeródromos españoles, y en contra de la opinión de algunos expertos, Andreu asegura "no creer en el tercer nivel internacional".

Sí reconoce, sin embargo, que la inclusión en la directiva comunitaria del aeropuerto de tercera de Gibraltar hubiese restado tráfico a Málaga. Pero el presidente de Iberia desmiente cualquier motivación comercial en el empeño español de conseguir la exclusión del Peñón.

Andreu piensa, en cambio, que con el tiempo España podrá, como gran país periférico, sacar un gran provecho de la quinta libertad, es decir, la posibilidad de embarcar, por ejemplo, pasajeros en un aeropuerto francés para transportarlos a Dinamarca.

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