Cartas al director

Carril asesino

Sólo tengo 30 líneas para decir No al carril asesino, y hoy he perdido a un amigo. Mi amigo era un jubilado que vivía tranquilo con su mujer en una casa del centro de Madrid. Era un hombre alegre y amable y con un gran sentido del humor y buen conversador, todo esto muy valioso en los tiempos que corremos y, por supuesto, insustituible. No quiero pensar en todas las desgracias diarias que dan las noticias; somos ya, con tanta tragedia, como robots. Pero mi amigo y vecino ha muerto. No sé si es el quinto o el cuarto ser humano que muere en la calle de Atocha atropellado por un autobús de...

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Sólo tengo 30 líneas para decir No al carril asesino, y hoy he perdido a un amigo. Mi amigo era un jubilado que vivía tranquilo con su mujer en una casa del centro de Madrid. Era un hombre alegre y amable y con un gran sentido del humor y buen conversador, todo esto muy valioso en los tiempos que corremos y, por supuesto, insustituible. No quiero pensar en todas las desgracias diarias que dan las noticias; somos ya, con tanta tragedia, como robots. Pero mi amigo y vecino ha muerto. No sé si es el quinto o el cuarto ser humano que muere en la calle de Atocha atropellado por un autobús desde que los comerciantes de la zona de Antón Martín se unieron para protestar por el paso de los autobuses por la calle de Santa Isabel. No sé por qué, pero los comerciantes se unen; sin embargo, los ciudadanos de la zona Centro somos, por lo que parece, los más incomunicados de la ciudad. No sabemos nadie dónde está el lugar en el que debemos protestar porque todo el país disponga de nosotros sin pedirnos opinión. Somos los más contaminados, los más atropellados, los más atracados, los más desinformados. Mucha farola, mucho ayuntamiento, mucho ministerio, mucha manifestación, mucha terraza, mucho Congreso de los Diputados, pero los vecinos?, ¿quién se preocupa de los vecinos de la zona Centro?En estas nueve líneas que me quedan quiero gritar, llorar por Sergio y todos los Sergios anteriores y posteriores que morirán en el carril bus de la calle de Atocha de Madrid, antes de que nuestros dirigentes del Ayuntamiento se acuerden que en el centro además de edificios e instituciones hay seres humanos.

Muchas gracias por leer mi carta; si es usted de los que viene alguna vez por el centro, piense en mí, que estoy tan incomunicada que sólo puedo poner mi firma al final de esta carta. Sólo una firma. No miles.-

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