Editorial:

El sendero de Perú

LA TENDENCIA a una radicalización de la lucha política en Perú parece acentuarse después de la amplitud de la huelga general del pasado 19 de mayo, la primera de ese carácter que ha tenido lugar desde que Alan García ocupó la presidencia de la República, en abril de 1985. En el seno de la coalición de siete partidos que constituyen Izquierda Unida (IU) las consecuencias de la huelga se han traducido en un mayor predominio de los comunistas, y en general de los sectores que se inclinan hacia la lucha política frontal contra el presidente y contra el APRA. En ese marco, la dimisión de Adolfo Bar...

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LA TENDENCIA a una radicalización de la lucha política en Perú parece acentuarse después de la amplitud de la huelga general del pasado 19 de mayo, la primera de ese carácter que ha tenido lugar desde que Alan García ocupó la presidencia de la República, en abril de 1985. En el seno de la coalición de siete partidos que constituyen Izquierda Unida (IU) las consecuencias de la huelga se han traducido en un mayor predominio de los comunistas, y en general de los sectores que se inclinan hacia la lucha política frontal contra el presidente y contra el APRA. En ese marco, la dimisión de Adolfo Barrantes, máximo líder de Izquierda Unida, es un hecho cuya importancia desborda un simple cambio de personas. Barrantes es una figura de talante negociador cuyo carisma se extiende a amplios sectores del país. Las acusaciones que le han obligado a dimitir se referían a la excesiva independencia de su actividad política, que no se doblegaba a estrictas consignas de partido, y sobre todo a su voluntad de conservar, a despecho de las discrepancias, unas relaciones amistosas con el presidente García.Desde la Asamblea Constitucional de 1978, la izquierda peruana ha logrado tener una presencia electoral sustancial y bastante estable (en torno a un 25% o un 30%). La elección de Alan García, en 1985, tuvo lugar en. medio de una ola de grandes esperanzas de renovación, de superación de las lacras históricas que sufre Perú. Esa corriente popular ayudó también a una. coalición de varios partidos, con los comunistas, Izquierda Unida, a convertirse en la segunda fuerza política. Rival del APRA, compartía a la vez con él posiciones que daban prioridad al progreso social y a la afirmación del poder civil en un proceso de consolidación democrática. En la actualidad, las frustraciones y protestas provocadas por los errores de la política de García influyen en las actitudes más radicales adeptadas por Izquierda Unida. Pero ésta no se encuentra en condiciones de representar una alternativa al actual Gobierno. Con una política de choque frontal con el presidente, en vez de preparar soluciones progresistas más eficaces, IU corre el peligro de su propia pulverización. De ello se beneficiarían los grupos guerrilleros, en concreto Sendero Luminoso, y los sectores involucionistas, que vuelven a pensar en los militares como única solución.

Pero en la actual situación peruana no existe una alternativa visible y a corto plazo a la presidencia de García. Éste ha perdido una parte del enorme prestigio que alcanzó en el momento de su elección, pero sigue conservando una influencia considerable. La derecha está muy desgastada, y los militares, entre los cuales existen discrepancias manifiestas, no parecen decididos a dar un golpe. En cambio, ejercen un poder no desdeñable sobre aspectos de la política presidencial, en particular en lo referente a la lucha contra la guerrilla. Este hecho, junto con la gravedad de los problemas económicos y sociales, ante los cuales sobresale la impotencia del Gobierno para realizar mejoras notables, está alejando del APRA a sectores populares que lo votaron en las últimas elecciones presidenciales.

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