Cartas al director

Batalla en hospitales

Cuando en un principio comenzó la reforma hospitalaria, los sectores menos privilegiados, los no médicos, estábamos ilusionados dejándonos agraviar por el señuelo de que los sacrificios eran necesarios. Pensábamos que el dios médico, en torno al cual debía de girar todo el personal, incluso los pacientes, iba a dar paso al verdadero protagonista, el enfermo. Poco a poco, los hechos nos fueron haciendo ver otra realidad. las direcciones del Insalud se dejan presionar por las protestas de éstos y consiguen seguir teniendo un estatuto aparte del resto del personal, rechazan las incompatibilidades...

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Cuando en un principio comenzó la reforma hospitalaria, los sectores menos privilegiados, los no médicos, estábamos ilusionados dejándonos agraviar por el señuelo de que los sacrificios eran necesarios. Pensábamos que el dios médico, en torno al cual debía de girar todo el personal, incluso los pacientes, iba a dar paso al verdadero protagonista, el enfermo. Poco a poco, los hechos nos fueron haciendo ver otra realidad. las direcciones del Insalud se dejan presionar por las protestas de éstos y consiguen seguir teniendo un estatuto aparte del resto del personal, rechazan las incompatibilidades, se les ofrece un aumento salarial por hacer jornada partida y otro por la dedicación exclusiva. Al resto del personal nada; las jefaturas de los servicios son prácticamente de por vida; los derechos de los pacientes quedan en solo una carta de bonitas intenciones y los servicios de atención al paciente son una pantomima y, por último, les echan por tierra el nuevo modelo de gestión hospitalaria. Por otro lado, al personal de mantenimiento, lavandería y cocina se les amenaza con privatizarlos y al personal de en-Pasa a la página siguiente

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fermería (auxiliares y ATS) se les somete a unos directores de enfermería que salen de unos cursillos que duran unos días, son elitistas y valen entre 50.000 y 100.000 pesetas, y cuya elección se caracteriza por su falta de transparencia y objetividad, centrando su actuación en idear mil y un trucos de cómo reducir personal de las plantillas, de tal modo que sólo se tenga tiempo para poner los inyectables, hacer la cama del enfermo, etcétera, dejando en un segundo término la atención integral desde el punto de vista físico, psíquico y social. Pero, con todo, la verdadera batalla ahora está en quién debe mandar en los hospitales. El Insalud cree que el dinero lo debe controlar él por la vía del ahorro, muchas veces indiscriminado y con una mala gestión del gasto; los médicos esa gestión económica no les debe afectar a ellos y en cuanto a lo de compartir el poder decisorio con el resto del personal nada, eso de no tener al personal de enfermería a su disposición y que el enfermo cuestione alguna de sus actuaciones es inaceptable. En esta batalla, el Gobierno apuesta por intentar comprarlos y les premia con subidas salariales y hace la vista gorda en otros temas, todo menos apoyarse en los que todo lo aceptan encontrándose ahora que la clase médica no traga y el resto del personal los desprecia por su actuación déspota hacia ellos. A todo esto los comités de empresa están de comparsas haciéndoles menos caso que en las privadas, sin poder canalizarse la problemática cotidiana del personal; por todo ello, los trabajadores de a pie les debemos decir: señores gestores, váyanse y déjennos en paz.-

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