Cartas al director

Conservas Beethoven

La cosa no puede ser más simple e indignante: Schubert anunciando grandes almacenes, Beethoven en salchichones, Chaikovski en turrones, Dvorak en bancos, Grieg en pulseras magnéticas, y así sucesivamente, desvergonzadamente, intolerablemente. El atropello y el recochineo son tanto mayores cuanto que ni siquiera se pagan derechos de autor. Y el resultado, para quienes poseen una mínima sensibilidad, es que se acaba aborreciendo el producto anunciado, la música anunciante, el sistema general de la cultura. ¿A quién hay que dirigirse para que se prohíban de una vea tamañas fechorías?.-...

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La cosa no puede ser más simple e indignante: Schubert anunciando grandes almacenes, Beethoven en salchichones, Chaikovski en turrones, Dvorak en bancos, Grieg en pulseras magnéticas, y así sucesivamente, desvergonzadamente, intolerablemente. El atropello y el recochineo son tanto mayores cuanto que ni siquiera se pagan derechos de autor. Y el resultado, para quienes poseen una mínima sensibilidad, es que se acaba aborreciendo el producto anunciado, la música anunciante, el sistema general de la cultura. ¿A quién hay que dirigirse para que se prohíban de una vea tamañas fechorías?.-

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