Cartas al director

Veda del diplomático

En su número del pasado día 11 y coincidiendo con la temporada de la perdiz, abre EL PAÍS de nuevo la veda del diplomático Aunque el ciclo es habitual y se repite metódicamente y sin sor presas, no puedo por menos que levantar mi voz, aunque no sea más que para evitar descastar una profesión que alguna utilidad social parece todavía tener.Permítame decirle, señor director, sin rencor y sin lecciones, que he rodado más años que vida tiene su diario para saber que jamás un cotidiano de un país medianamente importante se ha permitido la libertad de descalificar en su conjunto a una profesión que,...

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En su número del pasado día 11 y coincidiendo con la temporada de la perdiz, abre EL PAÍS de nuevo la veda del diplomático Aunque el ciclo es habitual y se repite metódicamente y sin sor presas, no puedo por menos que levantar mi voz, aunque no sea más que para evitar descastar una profesión que alguna utilidad social parece todavía tener.Permítame decirle, señor director, sin rencor y sin lecciones, que he rodado más años que vida tiene su diario para saber que jamás un cotidiano de un país medianamente importante se ha permitido la libertad de descalificar en su conjunto a una profesión que, si no existiera, habría que inventarla.

Que el editorialista no haya podido liberarse de algunos traumas de juventud, parece explicable, pero que el diario de mayor tirada de España se permite apuntar la supresión de toda una categoría profesional invade de preocupación a los que nos tenemos impuesto hacer comprender que nuestro país está maduro para su incorporación a los países más desarrollados.

Sí en algún momento desea que hablemos en tono diferente del empleado en su editorial y en esta carta, quiero decir en serio, a su disposición me tiene-

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