Reportaje:El tráfico en la ciudad / 2

Miedo a la grúa, desprecio a la ORA

Sólo el 18% de las multas de aparcamiento llegan a sus destinatarios, según el PCE

Sólo 18 de cada 100 multas de la Operación de Regulación de Aparcamiento (ORA) llegan a sus destinatarios, según un estudio elaborado por el grupo de concejales del PCE en el Ayuntamiento. El informe señala que de estas 18 multas sólo cinco son finalmente abonadas dentro del período voluntario de pago. El Ayuntamiento no ha aportado los datos correspondientes al abono de sanciones de la ORA este año. Emilio García Horcajo, primer teniente de alcalde y responsable de Circulación y Transportes, afirmó el pasado mes de marzo que el 36% del total de sanciones de tráfico y de la ORA fue pagado dent...

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Sólo 18 de cada 100 multas de la Operación de Regulación de Aparcamiento (ORA) llegan a sus destinatarios, según un estudio elaborado por el grupo de concejales del PCE en el Ayuntamiento. El informe señala que de estas 18 multas sólo cinco son finalmente abonadas dentro del período voluntario de pago. El Ayuntamiento no ha aportado los datos correspondientes al abono de sanciones de la ORA este año. Emilio García Horcajo, primer teniente de alcalde y responsable de Circulación y Transportes, afirmó el pasado mes de marzo que el 36% del total de sanciones de tráfico y de la ORA fue pagado dentro del período voluntario en 1985.

Francisco Herrera, portavoz del PCE en el Ayuntamiento, afirma que en 1985 se impusieron más de cinco millones de multas de la Ordenanza de Regulación del Aparcamiento (ORA). Los datos aportados por el Ayuntamiento, sin embargo, rebajan este número a los tres millones.Herrera señala que de cada 100 denuncias que pasan por el centro informático municipal, 51 son rechazadas por falta de alguno de los datos. Las 49 restantes son gestionadas y remitidas por correo. "El servicio de Correos devuelve 31 como rehusadas y desconocidas", señala Herrera.

Llegan a sus destinatarios sólo 18 denuncias, según el estudio realizado por los concejales comunistas. Finalmente, sólo cinco infractores abonan el importe de las multas dentro del período voluntario. El informe concluye que de las 13 sanciones que llegan a la vía ejecutiva se paga un 43%.

La Concejalía de Circulación y Transportes no ha facilitado datos del porcentaje de infractores que han abonado las multas de la ORA correspondientes a este año. Ni el concejal de Seguridad, Circulación y Transportes y primer teniente de alcalde, Emilio García Horcajo, ni el jefe del departamento de multas, Jesús Granizo, respondieron a sucesivas llamadas de este periódico para obtener los citados datos.

En declaraciones hechas el pasado mes de marzo, García Horcajo declaró que, en 1985, el porcentaje de infractores que abonaron el conjunto de multas de tráfico y de la ORA fue del 36%. El primer teniente de alcalde destacó el aumento con respecto a años anteriores (el 19,9% satisfizo el pago en 1984 dentro del mismo período).

10.000 multas al día

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García Horcajo afirmó entonces que se impone a diario una media de 10.000 multas. De éstas, unas 3.200 corresponden a infracciones de tráfico. En la ORA se imponen entre 6.000 y 8.000. De todas ellas, según el primer teniente de alcalde, se tramitan entre 4.000 y 6.000. El criterio que se sigue en esta selección es muy simple: perseguir fundamentalmente al reincidente.

Francisco Herrera insiste en la caída en picado de la venta de tarjetas de la ORA y en el "grave deterioro del sistema". García Horcajo niega las acusaciones del concejal comunista y afirma que el respeto a la ORA ha crecido desde 1980.

Herrera propuso, dentro de una enmienda a la totalidad de los presupuestos de 1987, la inversión de 250 millones de pesetas para revitalizar el sistema de la ORA. El PCE proponía realizar una campaña de promoción de cara al ciudadano, modernizar el aparato gestor e impartir cursos de formación de los vigilantes. La enmienda fue rechazada en el pleno municipal del 28 de noviembre con los votos en contra de los concejales socialistas.

La presunta ilegalidad de la ORA fue también el caballo de batalla para la oposición municipal en el último año, sobre todo para el Grupo Popular. Hasta el Defensor del Pueblo tomó cartas en el asunto y recomendó al Ayuntamiento que aclarara el concepto de "vigilancia de la ORA".

La polémica llegó hasta el Gobierno, y el Consejo de Ministros decidió por fin, el pasado 10 de octubre, aprobar un proyecto de ley que da cobertura legal a la medida. Seis años después de su creación, la ORA está pendiente del Parlamento. Los grupos de oposición municipal afirman que las dudas sobre la legalidad de la medida han supuesto un mayor número de infractores.

Una vez superada la batalla legal, el Ayuntamiento estudia la ampliación de la ORA a la zona comprendida entre el paseo de la Castellana y la calle de Bravo Murillo hasta la plaza de Castilla. Hoy en día, la necesidad de limitar el aparcamiento en el centro de la ciudad es algo admitido por la mayoría de los especialistas en urbanismo.

Detractores de la grúa

Los detractores de la grúa tuvieron la oportunidad de cambiar de actitud en agosto de 1982. La grúa desapareció durante cuatro meses y el tráfico se convirtió en un verdadero caos.

En septiembre la velocidad media cayó un 26%, las denuncias por aparcamientos en doble fila aumentaron en un 67% y la Empresa Municipal de Transportes (EMT) perdió 1.800.000 viajeros. El Ayuntamiento esperó hasta diciembre para ponerla de nuevo en marcha. El río volvió a su cauce.

"El efecto coactivo de la grúa es imprescindible, y aun así resulta insuficiente", señala Valentín Medel, concejal responsable de Circulación y Transportes. "No hay otra forma de impedir los aparcamientos en doble fila, en el carril bus, en los pasos de peatones y en las esquinas. El aparcamiento indebido es muy frecuente en Madrid, y sólo rivaliza en número de multas con el exceso de velocidad en la M-30".

La grúa ha aumentado sus actuaciones este año en torno al 5%. En septiembre de 1985, por ejemplo, se retiraron de la vía 3.754 vehículos. Un año después fueron 3.945 los automóviles retirados en el mismo período de tiempo. Y es que el automovilista es capaz de cualquier cosa en la lucha desesperada por encontrar un mínimo hueco para aparcar.

En 1979 circulaban por Madrid cerca de 1.150.000 coches, que debían competir por unas 800.000 plazas de apartamiento. La primera cifra se ha disparado y la segunda ha encogido con el tiempo.

La única solución posible parece estar en el transporte público. Y para no tirar el coche hay unas cuantas alternativas. Entre ellas, la construcción de aparcamientos disuasorios en la periferia de la ciudad (Aluche, Canillej as) o de grandes intercambiadores de transporte (Atocha, Plaza de Castilla).

En la misma línea, el Ayuntamiento ha puesto en marcha el Programa de Aparcamientos para Residentes (PAR). En los últimos cuatro años se han construido 37 aparcamientos de este tipo en zonas céntricas de la capital. Otros 26 están en fase de construcción y 41 más pendientes de concurso. A corto plazo se pretende disponer de unas 6.000 plazas para residentes. La suma sigue.

Detrás de los semáforos

"No, no es cierto que todos los semáforos se estropeen cuando llueve". Sebastián de la Rica, ingeniero jefe del departamento de Circulación, responde así cuando se le formula el tópico. "La humedad de la lluvia facilita las averías en los sistemas de conexión", afirma."En estos casos los semáforos se desconectan automáticamente para evitar el riesgo de descargas eléctricas. Las averías afectan diariamente a menos del 2% de los semáforos; la mayoría de ellas se subsana en 24 horas", explica.

En el término municipal de Madrid hay unos 1.200 cruces regulados por semáforos. Un total de 502 intersecciones están dentro del área centralizada, controlada por un ordenador que permite adecuar las frecuencias de los semáforos a las demandas de tráfico. En las calles hay instalados 750 detectores que facilitan datos sobre la densidad del tráfico cada tres minutos.

En el centro de control de tráfico, situado en la plaza de la Villa, hay un gigantesco panel que reproduce un plano del centro de Madrid. Todo él es un juego intermitente de luces rojas y verdes que pestañean en las intersecciones.

La sala de control está presidida por 12 monitores que permiten seguir la evolución del tráfico gracias a1as imágenes captadas por 30 cámaras de televisión situadas en lugares estratégicos. El circuito cerrado ofrece vistas privilegiadas desde 14 metros de altura. Un vídeo reproductor y un teleimpresor completan el sistema, en donde trabajan permanentemente al menos cuatro personas.

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