Tribuna:

Preocupaciones inútiles

El profesor Paul L. Chrzanowski es el director de la sección de proyectos y valoración militar del laboratorio Livermore, en California (EE UU). El catedrático tiene una espléndida teoría para terminar, de una buena vez, con todas las guerras presentes o futuras: que las dos grandes potencias no se armen hasta los dientes -eso ha pasado ya de moda-, sino que cada una de ellas sea la poseedora del X Ray Laser. ¿Y qué es el X Ray Laser? Algo muy sencillo. Se trata de un arma capaz de destruir de un solo haz la friolera de 1.500 misiles dotados de ojivas nucleares, es decir, la totalidad de los q...

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El profesor Paul L. Chrzanowski es el director de la sección de proyectos y valoración militar del laboratorio Livermore, en California (EE UU). El catedrático tiene una espléndida teoría para terminar, de una buena vez, con todas las guerras presentes o futuras: que las dos grandes potencias no se armen hasta los dientes -eso ha pasado ya de moda-, sino que cada una de ellas sea la poseedora del X Ray Laser. ¿Y qué es el X Ray Laser? Algo muy sencillo. Se trata de un arma capaz de destruir de un solo haz la friolera de 1.500 misiles dotados de ojivas nucleares, es decir, la totalidad de los que tienen los soviéticos apuntando en este preciso momento. Encantador panorama.Hago unos pequeños cálculos de acuerdo con la tesis del profesor Chrzanowski y me salen los siguientes números: si se dispara el famoso X Ray Laser muy pocos serán los que tengan que a la guerra, puesto que entre 30 y 50 millones de personas pasarán en un instante del estado de materia orgánica viviente al estado gaseoso. Pero como eso sólo representa el 1% de la humanidad, ¿para qué preocuparse? Por otra parte, según, los estrategas de Oriente y Occidente, esos 30-50 millones de personas se evaporarán en las ciudades del hemisferio norte. Una buena noticia dentro de la gravedad, pues podemos irnos a vivir a la Antártida, ya que allí tan sólo llegará el ruido, y, es sabido que el exceso de decibelios rara vez mata. Quienes hayan visto La guerra de las galaxias o El retorno del Jedi ya saben de qué va la cosa. Esa guerra no se hará con niveles de gente que come, ama, duerme, sueña o trabaja.

Los hombres normales somos demasiado insignificantes para participar en ella. Nosotros a lo que estamos acostumbrados es a las trincheras, los tiros, las bayonetas y hasta algún que otro bombardeo atómico, y eso pertenece ya a la prehistoria.

Parece que con eso del X Ray Laser los hombres perderán sus puestos de trabajo en la guerra, lo que, por una vez, tiene extraordinarias ventajas, pues tan sólo ingresarán en el seguro de paro forzoso y defiriltivo 30-50 millones de seres, sin carga alguna para los Estados, que no tendrán que pagar ni siquiera los entierros. Todos los demás, el 99% de la humanidad, podremos irnos al fútbol, a pescar, a tomar el sol o quedarnos en casa viendo por la televisión qué demonios está pasando en el hemisferio norte.

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Tranquilos, que nadie se alarme. Primero, nosotros no estaremos en el fregado, pues serán unos artefactos los encargados de pelear, y segundo, todo acontecerá lejos de nosotros, arriba, muy por encima de las estrellas y la estratosfera. Eso necesariamente tiene que reconfortarnos.

Adoro los programas nucleares de los norteamericanos; me gustaría tener también la misma opinión de los programas soviéticos, pero ellos tienen la tozuda manía de no publicarlos. Digo que me fascinan porque siempre tienen nombres simpatiquísimos: Alpha, Talon, Gold, Triad, y hasta hay uno que nos afecta de lleno: Lode. Lo que estos programas tienen de bueno, por una sola vez y sin que sirva de precedente, es su burocratización. Los informes los realiza tina comisión senatorial, que a su vez los pasa a la Asamblea del Atlántico Norte -sección defensa contra misiles balísticos- y de allí van al secretario de Defensa, para después enviarlos al comité de la Agencia de Proyectos de Investígación Avanzada para la Defensa de Estados Unidos, la cual, a su vez, pone todo el paquete en manos del presidente para su aprobación. Y tan sólo entonces alguien se pone a trabajar.

El X Ray Laser tiene cuatro metros de diámetro y cinco megavatios de potencia, y los diseñadores -mejor dicho, los decoradores- todavía no han decidido la inclusión de las barras y las estrellas. Es un detalle sin importancia. Lo que cuenta, lo trascendente, es que la contienda se desarrollará muy lejos y muy arriba. Por otra parte, según palabras del senador Malcolm Wallop, todo el sistema está calculado para proteger nada más que el territorio norteamer, cano. En otras palabras, salvo el sol, la paella o el flamenco, ¿qué se les ha perdido a los contendientes en España? Ya lo dije antes. Tranquilos. Aquí no pasará nada.

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