Tribuna:

Samora Machel, un hombre en la muchedumbre

Escribir sobre Samora Machel en este momento, en que surge la emoción no es; tarea fácil. Samora era un político, con carisma, imagínación, lucidez y coraje, al que la República Popular de Mozambique y África deben mucho.Samora era un hombre de una personalidad rica que no podía dejar a nadie indiferente.

Samora era el amigo de los portugueses, el amigo, de Portugal, siempre atento y abierto para considerar todo lo que podía contribuir paxa acercar a los dos pueblos. Samora era también el amigo personal, preocupado con Ios pequeños grandes gestos que cimentan las amistades.

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Escribir sobre Samora Machel en este momento, en que surge la emoción no es; tarea fácil. Samora era un político, con carisma, imagínación, lucidez y coraje, al que la República Popular de Mozambique y África deben mucho.Samora era un hombre de una personalidad rica que no podía dejar a nadie indiferente.

Samora era el amigo de los portugueses, el amigo, de Portugal, siempre atento y abierto para considerar todo lo que podía contribuir paxa acercar a los dos pueblos. Samora era también el amigo personal, preocupado con Ios pequeños grandes gestos que cimentan las amistades.

Como político carismático era imbatible. Nadie como él era capaz de arrebatar la emoción de una muchedumbre. Nadie como él era capaz de llevar a un auditorio a la comunión política.

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Como político atento y lúcido, sabía que los problemas de la República Popular de Mozambique :río se restringían al territorio inozambiqueño. Sabía que pasaban por grandes potencias., por Europa, por Portugal, por todos los Estados vecinos.Fue esta visión de hombre de Estado lo que le llevó a apoyar a Robert Mugabe y lo que le condujo a ser el personaje determinante de la independencia de Zimbabue, cooperando, con el Reino Unido para la liberación definitiva de la antigua Rhodesia.

Como político lúcido y valeroso venció prejuicios, aceptó incomprensiones y firmó el acuerdo Nkomati, consciente de sus peligros, pero conscientetambién de su incuestionable necesidad. Con este gesto mostraría a toda África y al mundo la buena o mala voluntad, la buena o mala fe de África del Sur.

Como político patrióticamente preocupado por el destino de su pueblo y de la independencia real de Mozambique era de una coherencia pragmática incomparable y también de un coraje impresionante.

Como personalidad se imponía siempre y en todas las circunstancias. Fue lo que aconteció durante su visita oficial a Portugal. Los portugueses descubrieron su dimensión de hombre de Estado, su amor por nuestras cosas, nuestro pueblo, nuestra lengua. La Batalha le emocionó. La universidad de Coimbra le impresionó. Oporto le entusiasmó. En Guimaráes. se sintió hermano. Sintió Lisboa corno suya.

Persórialidad rica, era capaz de enriquecer los más pequeñosepisodios, como un fugaz contacto a la puerta del hotel donde s,e hospedaba con una portuguesa regresada de Mozarribique y que pasó en pocos minutos de una actitud francamente agresiva a un largo abrazo emocionado con Samora Machel.

Samora, un amigo. Un amigo que decía con la más absioluta franqueza aquello que la República Popular de Mozxrnbique no podía negociar ni ceder en relación a Portugal. El ainigo siempre disponible para atene . ler los pequeños y grandes problemas, aquellos que se reláCi0rian con las personas concretas y, sus problemas cotidianos.

Samora, el hombre que supo, recibir con emoción una espada portuguesa de la mano de un compañero de armas, un portugués que luchó contra él. en Níassa.

Samora, el amigo, en medio, de las grandes y tremendas preocupaciones que lo aqueja

ban, ni siquiera olvidaba el aniversario de los amigos.

Para Portugal, más que el hombre de Estado, más que el presidente de la República Popular de Mozambique, Samora Machel fue, es, el amigo, un gran amigo que se perdió. Que Dios lo guarde.

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