Cartas al director

Los mochileros

Hace unos días, cuando tuve que pasar la aduana española de vuelta de un viaje mochiloeconómico por Europa, pude comprobar cómo dos chavales italianos no pudieron pasar a nuestro país a gastar los dos o tres días "e les quedaban de vacaciones, bañándose en cualquier playa de nuestra tierra, porque no llevaban encima cada uno 60.000 pesetas o su equivalente en otra divisa. Desafortunadamente, entre los dos apenas reunían 35.000. Nada, que hacer; tuvieron que irse por donde habían venido.Al tener que cruzar la frontera a pie y con nuestro aspecto de haber echado millas, y no precisamente ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Hace unos días, cuando tuve que pasar la aduana española de vuelta de un viaje mochiloeconómico por Europa, pude comprobar cómo dos chavales italianos no pudieron pasar a nuestro país a gastar los dos o tres días "e les quedaban de vacaciones, bañándose en cualquier playa de nuestra tierra, porque no llevaban encima cada uno 60.000 pesetas o su equivalente en otra divisa. Desafortunadamente, entre los dos apenas reunían 35.000. Nada, que hacer; tuvieron que irse por donde habían venido.Al tener que cruzar la frontera a pie y con nuestro aspecto de haber echado millas, y no precisamente en los mejores hoteles, nuestros pasaportes fueron mucho más revisados que cualquiera de los ocupantes de los vehículos. Un funcionario muy pulcro repetía una y otra vez que él tenía que cumplir las ordenanzas, y éstas por lo visto, exigen que cualquier turista que nos visite tiene que disponer como mínimo de esas 60.000 pesetas anteriormente citadas. Yo sé que acababa de recorrerme andando fronteras corno la francesa, la alemana, la holandesa y la sueca, países en los que uestro dinero es, sólo un esbozo de dinero en comparación con el suyo y cuyo nivel de vida de todos es bien sabido. Y en ningún momento me exigieron mostrar la más mínima cantidad para poder acceder a su entrada.

Yo supongo que los dos italianos y otros tantos pobres desgraciados que no se pueden solazai un rato en nuestro país por no ser solventes pensarán que en España ponemos en práctica férrea las normas obsoletas e injustas que en otros países se permiten el lujo de pasarse por alto (creo que el Reino Unido es el otro país qui actúa tan agradablemente corno nosotros).

En cualquier caso, allí se quedó nuestro buen funcionario repitiendo que la ley y lo ordenado es sagrado. De acuerdo, pero hacer el ridículo es hacer el ridículo.-

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

.

Archivado En