Cartas al director

'La España herética'

Comprendo y comparto las razones que tienen muchos lectores para escribir a EL PAÍS cartas de protesta por haber visto amenzados sus intereses ante cualquier agresión: insultos, atribuciones indebidas o plagios. Permítame, sin embargo, que en este caso sea todo lo contrario y que salga al paso de quienes pudieran extrañarse por no ver por ningún lado mi protesta ante el descarado saqueo de varios de mis libros que se está llevando a cabo en el programa La España herética, que emite Televisión Española, con guión y aparición personal e intransferible de la señorita Victoria Sendón de Leó...

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Comprendo y comparto las razones que tienen muchos lectores para escribir a EL PAÍS cartas de protesta por haber visto amenzados sus intereses ante cualquier agresión: insultos, atribuciones indebidas o plagios. Permítame, sin embargo, que en este caso sea todo lo contrario y que salga al paso de quienes pudieran extrañarse por no ver por ningún lado mi protesta ante el descarado saqueo de varios de mis libros que se está llevando a cabo en el programa La España herética, que emite Televisión Española, con guión y aparición personal e intransferible de la señorita Victoria Sendón de León y dirección de José Castanyer, antiguo compañero mío en los ya desaparecidos programas culturales del santuario de Prado del Rey. No, no voy a protestar, sino a agradecer, pública y profundamente, a la señorita Sendón por no haber tenido la desfachatez añadida de citarme como fuente inmediata de buena parte de la información que da a los espectadores. Y lo hago, en primer lugar, porque es tan pobre y soporífero su docto patinar por el mundo de mis templarios, de mis judíos o de mi maestro prisciliano de Ávila, que citarme habría podido contribuir a que se me responsabilizará también de su radical ignorancia de lo que es contar un hecho o exponer una idea a través de la pequeña pantalla.Pero lo hago, sobre todo, porque la utilización que hace de mis textos es tan pedestre, tan superficial y tan a menudo tergiversada, a pesar del aire profesoral que ha adoptado con su voz y con sus apariciones, que la confesión de sus fuentes de inspiración podría resultar fácilmente tema de rechazo por parte de los espectadores capaces de aguantar sus intervenciones y la puesta en escena de los programas, de principio a fin.

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