Tribuna:

Amor con risa

Las copias populares decían "es tanto lo que quiero yo a mi Bernarda, que si se vuelve: burra me vuelvo albarda, sólo por ir encima de mi Bernarda". Ya no hay declaraciones de amor así.Qué desastre. La gente dice "te quiero" y eso es lo más gracioso que se le ocurre. Los libros, las fotonovelas y esos actores que lloran tan bien han arrebatado a la relación amorosa su componente picaresco y festivo, la han convertido en algo trascendental y trágico, cuando esto en reallidad es mucho más entretenido.

Y claro, con tanta tragedia, así nos ponen los huevos las gallinas: frases profundas, se...

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Las copias populares decían "es tanto lo que quiero yo a mi Bernarda, que si se vuelve: burra me vuelvo albarda, sólo por ir encima de mi Bernarda". Ya no hay declaraciones de amor así.Qué desastre. La gente dice "te quiero" y eso es lo más gracioso que se le ocurre. Los libros, las fotonovelas y esos actores que lloran tan bien han arrebatado a la relación amorosa su componente picaresco y festivo, la han convertido en algo trascendental y trágico, cuando esto en reallidad es mucho más entretenido.

Y claro, con tanta tragedia, así nos ponen los huevos las gallinas: frases profundas, serias, frase eternas, declaraciones aburridas Ese camino, cuando las cosas se tuercen, acaba en suicidios, críme nes pasionales, depresiones, alco holismos, o, en el rnejor de los casos, repoblación de los conventos.

A ver, recordemos cómo fue la última vez. Seguro que con la mi rada severa y cara de editorial. Ése es mal principio. Estamos en la civilización de lo divertido -efectivamente-, y en esto tenía mejores artes aquel mozo que cantaba: "Porque voy a arar con bueyes, me llaman el pinchaculos; rediez qué buena que estás, quién podría pinchar el tuyo". Bien, la copla es muy antigua y ahora resulta algo majadera, pero hay que convenir que mejor nos iría si anduviésemos diciendo tales picardías.

Y no. Decimos palabras densas, quienes las decimos, sin darnos cuenta del lío en que nos estamos metiendo. Hay declaraciones de amor que más bien parecen declaraciones de principios.

Más nos valiera recuperar la deportivídad y el buen hurnor, trivializar las pasiones, hacer chistes, hombre, siquiera sea como preparación al parto. Al final se acaba fácilmente entre lágrimas, porque en el fondo sentidos sí somos, pero, caramba, no se: puede llegar a eso habiendo cogido carrerilla.

Ánimo. Si el amor no fuese todavía correspondido, hagamos un confiado homenaje ala palabra todavía. Y cuando llegue la despedi da, a sobreponerse con optimismo:

-Ojalá nos veamos pronto. Y si no nos vemos, que sea por falta de luz.

Pasen a nuestro gabinete psico- lógico.

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