Tribuna:

La Real Sociedad de Londres

En nuestro país, ha ocurrido recientemente algo que debería llenar de orgullo y emoción no sólo a nosotros, los científicos, sino a todos los españoles, y debería sobre todo servir de estímulo al Gobierno, la Universidad y otras instituciones públicas y privadas para promover el cambio radical que España necesita si queremos que se incorpore a los países avanzados en la promoción del desarrollo, tan importante pero quizá incomprendido por muchos, de las ciencias básicas, con el consiguiente crecimiento de una tecnología autóctona.Me refiero al hecho de que en las recientes elecciones de miembr...

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En nuestro país, ha ocurrido recientemente algo que debería llenar de orgullo y emoción no sólo a nosotros, los científicos, sino a todos los españoles, y debería sobre todo servir de estímulo al Gobierno, la Universidad y otras instituciones públicas y privadas para promover el cambio radical que España necesita si queremos que se incorpore a los países avanzados en la promoción del desarrollo, tan importante pero quizá incomprendido por muchos, de las ciencias básicas, con el consiguiente crecimiento de una tecnología autóctona.Me refiero al hecho de que en las recientes elecciones de miembros extranjeros de la Real Sociedad de Londres (The Royal Society of London) haya sido elegido miembro el profesor Antonio García-Bellido, uno de los más destacados exponentes de la comunidad internacional en el estudio de las bases genéticas del desarrollo de los seres vivos.

La distinción conferida a Antonio García-Bellido es quizá la máxima a que un hombre de ciencia puede aspirar. Yo no dudaría en decir que es comparable al Premio Nobel.

La Royal Society es una de las sociedades o academias más antiguas del mundo. Se inicia a mediados del siglo XVII, y la carta de fundación fue concedida por el rey Carlos II el 15 de julio de 1662.

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Una segunda carta fue concedida a la sociedad el 22 de abril de 1663, que escogió el lema Nullius in Verba como una expresión de su determinación a resistir el dogmatismo y verificar cualquier aserción o afirmación apelando a los hechos. En esta segunda carta, el nombre final de la sociedad es el de The Royal Society of London for Improving Natural Knowledge (La Real Sociedad de Londres para Mejorar el Conocimiento de la Naturaleza).

La Royal Society, como otras muchas sociedades científicas o academias, tiene dos clases de miembros: nacionales y extranjeros. En la Royal Society los primeros se conocen como Fellows of the Royal Society (FRS); los segundos, como Foreign Members of the Royal Society (FMRS). El número de los últimos es muy limitado, no llegando quizá al 5% del total.

Es obvio que, en el curso de los siglos, la Royal Society cuenta con los nombres más distinguidos de la ciencia británica e internacional. ¿Es necesario mencionar que en ella se encuentran los nombres de Newton, Darwin, Thompson, Rutherford, Fleming, entre los británicos, y los de Galileo, Volta, los Curie, Pasteur, Claude Bernard, Helmholtz y tantos otros no británicos? Es sorprendente no hallar en el libro de la Royal Society el nombre de Cajal, aunque dio en ella una de las conferencias más distinguidas de la misma, la Croonian lecture.

Lo que acabo de exponer brevemente es para que nos demos cuenta de que científicamente la España actual ya no es lo que era; el renombre del doctor García-Bellido es universal y justificadísimo por su originalidad metodológica y su éxito en el estudio de la genética del desarrollo de la mosca de la fruta (Drosophila), cuya genética general es la mejor conocida después de la de la bacteria Escherichia coli y quizá la de la levadura. El doctor García-Bellido ha sido también nombrado miembro extranjero de la Academia Norteamericana de Artes y (American Academy of Arts and Sciences), con domicilio cerca de Boston, en el Estado de Massachusetts, y ha sido galardonado en 1984 con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencia y Tecnología.

Tenemos otros científicos de valía (y de mucha valía) en el país, pero es necesario que haya más, y es necesario sobre todo que puedan incorporarse a España, si encuentran los recursos indispensables para hacer una labor científica competitiva, los muchos que se encuentran hoy fuera de ella.

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